Monday, April 4, 2011

Elogio del reportero

Publicado el domingo, 04.03.11

Elogio del reportero
Raúl Rivero

A finales del siglo pasado, en una zona cercana a Holguín, amanecieron
en un camino real los restos de dos vacas muertas. A media mañana,
cuando llegó al sitio un periodista independiente en una bicicleta
Niágara y armado con una hoja blanca y un pedazo de lápiz, le salió un
policía desde la dispareja pared de una ceiba y le dijo: "Te estaba
esperando. Estás preso."

Así es que las fuerzas del orden no se dedicaban a investigar las
posibles huellas de los matarifes. No les interesaba saber quién
empuñaba con destreza los cuchillos que dejaron a los animales en los
huesos puros y las pieles sombrías. Querían arrestar, amenazar y
presionar al reportero para que la noticia no se supiera.

Era, como se ha visto, un episodio aislado e intrascendente, pero en ese
tiempo el gobierno estaba empeñado en asfixiar el trabajo de las
agencias de noticias, de los grupos de periodistas alternativos, que ya
relataban –de San Antonio a Maisí– la realidad que el totalitarismo
había ocultado durante años.

La gente que salía a buscar esas noticias y a contar con sencillez lo
que pasaba, dejaban en el aire, sin base y sin asideros, una política
gubernamental que se escudaba en el secretismo para tapar sus miserias y
errores. O se dedicaba a ordenar que los medios propagandísticos dieran
una versión empalagosa del asunto y que las historias se consagraran con
cifras infladas y testimonios emocionados y celebrativos.

Esa tropa desigual y mal provista, esos reporteros que tenían que viajar
en camiones y en trenes lecheros (sin cámaras, sin grabadoras) y que
eran considerados enemigos jurados del pueblo por la policía política,
comenzaron a enseñar un país que resultó ser el real.

Ellos contribuyeron, con ese trabajo que suele ser un viaje de la
emoción a la ingratitud, a que se conociera mejor la verdad de la vida
con sus reportes sobre la situación de los presos en las cárceles, la
violación de los derechos de los cubanos o los robos, la corrupción, el
abandono y el fracaso.

Esos reporteros cubrieron las primeras reuniones de los grupos de la
oposición pacífica y de la sociedad civil y dieron la materia prima (es
decir, las noticias) para el análisis, la reflexión y las opiniones.

Si escribo en pasado es sólo para poner en contexto la labor del
reporterismo independiente que, a mi juicio, a pesar de toda el agua
pasada, sigue ahora en los sitios donde se producen los sucesos. Han
cambiado y son los mismos porque los resultados de su trabajo hacen que
no se pierda el foco de la actualidad y que haya reseña, foto y detalle
lo mismo de un gesto represivo que de cualquier hecho de interés de otra
categoría.

No importa que se use para dar la noticia el viejo lead de la
prehistoria o el twitter y sus 140 palabras. Los soportes, el entorno y
los destinos pueden cambiar. Lo que se mantiene inalterable es la
vocación de esos hombres y mujeres que toman nota y describen los
sucesos. Lo estable y eterno es el coraje y la persistencia de los
reporteros independientes. Ayudaron a encontrar una claridad en su país
y, desde la humildad de su oficio, la hacen más luminosa cada día.

http://www.elnuevoherald.com/2011/04/03/914571/raul-rivero-elogio-del-reportero.html

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