Wednesday, April 13, 2011

Criminalizar para esclavizar

Criminalizar para esclavizar

En las dictaduras no existen instituciones ni ins­titucionalidad, no hay
independencia de po­deres, no se imparte justicia y cualquier ex­cu­sa
es válida para que las autoridades tomen en sus manos la vida y el
destino de las per­so­nas. Así ocurría en la extinta URSS y sigue
ocu­rrien­do en Cuba. Las persecuciones a los gru­pos con atributos
distintivos, entre ellos los ju­díos, tal vez por su universalidad y sus
ansias li­ber­tarias, forma parte inherente a los totali­ta­ris­mos.
Asimismo, el antisemitismo de Estado fue una característica común del
que se sirvieron to­dos los gobiernos soviéticos, cada tirano le dio su
sello propio y muchos judíos se convirtieron en "Prisioneros de Sión".
En Cuba, el antisemi­tis­mo es más sutil, no tan directo, enmascarado en
un furioso antiisraelismo y antisionismo, pe­ro, no cabe duda, que
detrás de esa des­le­gi­ti­ma­ción a Israel se encuentra el odio hacia
el Ju­daís­mo.

Un ilustrativo caso es el del estadounidense Alan Gross, recientemente
condenado a quince años de cárcel, acusado de trabajar para su país en
un proyecto de redes informáticas clan­des­ti­nas contra el gobierno
comunista. Gross fue de­te­nido en La Habana el 3 de diciembre del 2009.
Se­gún declaraciones de Raúl Castro, se le en­car­celó por actuar co­mo
agente de Washington en la distribución de sofisticados equipos de
co­mu­nicación a opo­sitores cubanos. En realidad, ayu­dó a la comunidad
judía de la isla a man­te­ner comu­nicación con el resto de las
comu­ni­da­des del mundo.

Tal como dijo una diplomática nortea­me­ri­ca­na: "Cuba criminaliza lo
que la mayor parte del mundo considera normal: el acceso a la
in­for­mación y tecnología. Él solo es culpable de de­dicarse a ayudar a
la comunidad judía".

Las autoridades cubanas no presentaron car­gos contra Gross hasta
febrero de este año, cuan­do anunciaron su juicio; es decir, estuvo
arres­tado, privado de su libertad, durante quin­ce meses sin saber de
qué se lo inculpaba.

La naturaleza del régimen cubano, su am­plio historial sobre violaciones
a los Derechos Hu­manos, el mantener como esclavo a su pro­pio pueblo
durante varias generaciones y un fa­llo lleno de anomalías, nos hacen
pensar en la uti­lización de Gross como una moneda de cam­bio. El
régimen comunista busca rescatar a tres cu­banos y dos estadounidenses
al servicio del sis­tema de inteligencia de Cuba, infiltrados en
ins­tituciones de Estados Unidos, descu­biertos y arres­tados por el
FBI, enjuiciados por es­pionaje y conspiración para cometer ase­si­nato,
quienes re­cibieron senten­cias que van des­de los quince años de
prisión a cadena perpetua.

Por otra parte y como detalle relevante del ca­­so, Alan Gross es judío
practicante, consa­gra­do a su identidad; de hecho, el motivo para
en­con­­trarse en Cuba fue brindar apoyo a sus co­rre­ligionarios
privados de plena libertad para cum­plir con su fe y los distintos
aspectos que el Ju­daísmo como pueblo y cultura conllevan, en­tre lo que
se cuenta el amor a la ancestral tie­rra de Israel. En definitiva, la
condición religiosa de Gross debió constituir un elemento que pesó en su
detrimento. Resulta sumamente suspicaz y sos­pechoso que hayan
"atrapado" a una sola per­sona, un judío, en una presunta "guerra
ci­ber­nética de Estados Unidos contra Cuba".

El antisemitismo castrista, al igual que el de to­da la ultra izquierda,
es de vieja data, va desde la edición, impresión y distribución por todo
el mun­do de libros de propaganda contra Israel; no obstante, resultaron
ser compendios de los an­tiguos prejuicios contra los judíos, pasando
por la votación automática contra Israel en los fo­ros internacionales,
la ruptura de relaciones di­plomáticas e incluso el envío de soldados
cu­ba­nos a Siria para luchar por la destrucción del Es­tado judío.

En estos días que nuevamente celebramos la milenaria festividad de
Pésaj, nuestra fiesta de la libertad, cuando cantemos "Abadim Ahi­nu",
debemos recordar que en una cárcel de los her­manos Castro se encuentra
sometido como es­clavo un judío que pretendió llevar un poco de libertad
a la comunidad judía de Cuba.

Beatriz W. de Rittigstein / bokertov.meod@gmail.com

http://www.nmidigital.com/secciones.php?s=10&top_id=9913&op=1&id=4

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