Tuesday, April 24, 2012

Eduardo del Llano: Lo que pasa es que el comandante no lo sabe

Eduardo del Llano: Lo que pasa es que el comandante no lo sabe
Publicado el Martes, 24 Abril 2012 02:43
Por Café Fuerte

El cineasta y humorista Eduardo del Llano, conocido por sus
cortometrajes satíricos sobre el acontecer cubano, reflexiona sobre una
frase que ha recorrido durante años el sentimiento nacional para
justificar los errores y la ineficiencia en el país.

"Esa frase esa frase daba por natural y justa una estructuración social
que convertía de facto en divina la intervención del poder supremo",
comentó el artista en un texto publicado este lunes en su blog personal.

Del Llano, de 49 años, estrenó recientemente su película Vinci, que
estuvo rodeada de una controversia tras ser excluida de competencia por
los organizadores del XXXIII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de
La Habana, el pasado diciembre.

El realizador fustigó entonces duramente al fundador del festival, el
octogenario Alfredo Guevara, quien dijo que había que "sacarlo a
cañonazos" de la dirección del evento.

Del Llano acaba de concluir el corto de ficción G-2, que ironiza sobre
la realidad cubana a partir de la realización de un supuesto documental
sobre grupos de rock. El material está circulando ya clandestinamente en
Miami.

A continuación, CaféFuerte reproduce el texto de Del Llano sobre la
socorrida frase popular.

LO QUE PASA ES QUE EL COMANDANTE NO LO SABE

Por Eduardo del Llano*

Lo tienen engañado, vaya.

En el imaginario popular, durante décadas, esa frase explicaba por qué
sucedían cosas mal hechas y absurdas en la vida real: Fidel era bueno,
él no permitiría nunca que ocurriera algo así, lo que pasa es que está
en tantas cosas a la vez, pobrecito, que no se ha enterado de esto, en
cuanto lo sepa ya verán como arregla y castiga.

Para empezar, esa frase daba por natural y justa una estructuración
social que convertía de facto en divina la intervención del poder
supremo. Con independencia de los méritos, en obra y pensamiento, que
efectivamente convirtieron a Fidel en un líder cuyas decisiones mucha
gente daba por infalibles (y, en consecuencia, acataba ciegamente) la
anulación de los medios para la expresión impune del disenso, incluso
del mero debate público dentro de una sociedad en perenne estado de
excepción frente a la amenaza externa, la conversión paulatina en normal
de lo que era emergente y debió ser provisorio, dio lugar al pensamiento
inmovilista que hoy más que nunca nos está jodiendo la vida.

Ahora el daño está hecho, y se ha vuelto contra sus creadores: aunque el
Gobierno jure por su madre que se puede y debe hablar libremente, que en
verdad muchas cosas van a cambiar, la prensa, la policía, los
funcionarios intermedios y la gente simplemente ya no saben cómo se hace
eso.

En segundo lugar, esa frase implicaba la fe en que nada malo podría
venir del hombre que encarnaba la Revolución, que la culpa era de otros.
Por extensión, entonces, Fidel era el único Bueno con sello de garantía,
el único capaz de otorgar a un hecho dado la condición de definitivo:
sólo él orientaba las campañas y decidía cuándo detenerlas, distribuía
los recursos y los retiraba, y eso no sólo a nivel macroeconómico, sino
cada vez más hacia la sociedad profunda.

El funcionario intermedio pensaba: antes de decidir cualquier cosa es
mejor consultarlo, para qué voy a ponerme en evidencia si en definitiva
una sola palabra de arriba lo cambiaría todo. La gente pensaba: en
cuanto Fidel termine con esto o aquello, seguro se ocupará de nuestro
problema y pondrá las cosas en su lugar. Y Fidel pensaba… bueno, eso
nadie más que él (Él) lo sabe.

Poniendo las cosas en contexto, el nacimiento de semejante fenómeno en
los años tempranos de la Revolución era comprensible y casi inevitable:
para el cubano de a pie, Fidel constituía el epítome del valor, la
lucidez, la hombría, la dignidad, la voz que llamaba a repartir tierras,
alfabetizar, ser un país libre. Un tipo así no se equivoca; es más, la
gente no quiere que se equivoque. Pero el tiempo, los errores, la
distancia creciente respecto a ese mismo ciudadano de a pie y el modelo
soviético hicieron de las suyas.

Hoy nadie dice que esto o aquello ocurre porque Raúl no lo sabe.

*Cortesía del blog de Eduardo del Llano

http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/1788-lo-que-pasa-es-que-el-comandante-no-lo-sabe

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