Miércoles 25 de abril de 2012 | 01:27
De pronto, algunos resquicios de libertad en Cuba
Por Emilio Cárdenas | Para LA NACION
Para los gobiernos autoritarios, la libertad de expresión es siempre un
incómodo escollo. Para los totalitarios, como es el de Cuba, mucho más
aún. Porque cuando esa libertad existe -y es efectiva- la gente es
consciente de todo lo que ocurre en el mundo, los errores de gobierno
quedan siempre a la vista y la impunidad frente a los actos
discrecionales o de corrupción de las autoridades o ante sus medidas y
conductas arbitrarias resulta difícil. Por esto esos gobiernos tratan
siempre de eliminarla. O, por lo menos, de cercenarla lo más severamente
posible. Lo cierto es que cuando esa libertad absolutamente esencial
desaparece, de inmediato todas las demás peligran gravemente.
También por ello esos tipos de gobiernos estructuran, cada vez más,
enormes multimedios de propiedad del Estado (o controlados o alimentados
por él con dineros públicos) destinados a aplaudir solícitamente todo
cuanto hacen. Bien o mal. Así mantienen a sus ciudadanos bajo un uso
selectivo y caprichoso de la información, lavan sus cerebros, atacan y
descalifican gratuitamente a la oposición, disimulan y ahogan las
críticas e instalan el conocido discurso único.
En Cuba, después de la reciente visita del Papa Benedicto XVI parecen
haberse abierto algunos pequeños resquicios a través de los cuales la
libertad de expresión y de información comienza a aparecer muy
tímidamente en la isla, aunque rodeada ciertamente de una enorme
fragilidad. Por el momento, ellos parecerían estar siendo tolerados por
las autoridades locales.
El primero de ellos tiene que ver con el milagro de la telefonía móvil,
muy sensible en un país en el que realmente muy pocos pueden acceder a
la Internet. Ocurre que, en líneas generales, Internet en Cuba es
manejada de cerca por el gobierno, que omnipotentemente decide quiénes
pueden -o no- acceder a ella. Por eso tan sólo unos 450.000 cubanos
pueden operar a través de Internet. Hablamos obviamente de un porcentaje
ínfimo de la población total del país. Por lo demás, el costo de acceder
a Internet es simplemente prohibitivo: nada menos que seis dólares la
media hora. En un país en el que los asalariados ganan unos 20 dólares
al mes, esta restricción es pesadísima.
La telefonía celular es, en cambio, otra realidad. Diferente. Bastante
más accesible. En Cuba, recordemos, los celulares estuvieron prohibidos
hasta el 2008. No obstante, ahora más de un millón de cubanos los usan.
A lo que cabe agregar que el número de usuarios de la telefonía celular
parece crecer vertiginosamente.
Con los celulares, como en el resto del mundo, se pueden mandar mensajes
desde Cuba, aunque al costo de un dólar por mensaje y dos dólares y
medio para los videos. Para los ciudadanos cubanos, esto es casi
imposible de sufragar. Pero sucede que desde el exterior se pueden
prepagar minutos para que los cubanos puedan tuitear desde sus propios
teléfonos y que "Cubacel" acepta esos pre-pagos. Para los familiares o
amigos de los residentes en Cuba que viven en el exterior, este es un
mecanismo que está disponible, a través del cual la información sobre
Cuba comienza a fluir sin que las mordazas del régimen puedan evitarlo.
El segundo resquicio aparece en las páginas de algunas de las
publicaciones de la Iglesia Católica, que ahora se animan a difundir
información que ciertamente difiere del discurso oficial, ofreciendo a
sus lectores una perspectiva algo diferente del mundo. Por ejemplo, para
al gobierno cubano (a través del diario Granma ) Gadhafi no era un
bandido, sino un héroe. En cambio, para el periódico vinculado a la
Iglesia Católica, "Espacio Laical", que imprime unos 4500 ejemplares por
mes y además se publica electrónicamente, Gadhafi fue un tirano. Así se
lo calificó en un editorial reciente. Lo que es bien distinto.
"Espacio Laical" publica esencialmente noticias y artículos religiosos.
Pero también ensayos, algunos de los cuales contienen el punto de vista
y hasta la firma de los funcionarios del gobierno. No obstante, ha
comenzado a incluir asimismo editoriales con comentarios con matices
distintos, según queda visto. De alguna manera, el medio está abriendo
el espacio del diálogo en un país habituado a tener que escuchar
pacientemente un largo y repetido monólogo.
Cuba -que fuera oficialmente una nación atea hasta 1992- ahora parecería
permitir que por lo menos algunas de este tipo particular de
publicaciones estrechamente vinculadas a la Iglesia Católica puedan
incursionar -aunque tangencialmente- en temas que no necesariamente son
de contenido puramente espiritual. Todo un cambio, pese a la prudencia
con el que naturalmente está siendo manejado por los editores de las
publicaciones referidas, que deben hacer un equilibrio complicado para
no ahogar el todavía estrecho espacio de libertad que parecería haberse
abierto.
http://www.lanacion.com.ar/1467483-de-pronto-algunos-resquicios-de-libertad-en-cuba
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