Gracias a Dios que no hubo linchamientos
Lunes, 28 de Mayo de 2012 04:56
Escrito por Saylí Navarro Álvarez
Cuba actualidad, Perico, Matanzas, (PD) ¡Gracias a Dios que no hubo
linchamientos! Fueron esas las palabras pronunciadas por José Alejandro
Morejón Morejón al terminar su relato sobre lo que vivió en la
tarde-noche del martes 24 de abril.
Durante dos días, y acompañado de Juan Andrés García Santos, residentes
ambos en San Luis, municipio de Martí y militantes del Partido por la
Democracia Pedro Luis Boitel, apoyaron a Leticia Ramos Herrería en su
plantón frente a la unidad de la policía, en la ciudad de Cárdenas, en
Matanzas.
Ambos se disponían a regresar al terruño, pues Leticia Ramos había
depuesto la huelga, cuando en la parada de ómnibus dos oficiales que se
identificaron como del Departamento de Seguridad del Estado (D.S.E.),
los precisaron a montar en un vehículo de la Empresa Turística de
Varadero que apareció en el lugar.
Era un carro nuevo y bien cuidado, de esos que tienen tres hileras de
asientos, que inmediatamente se deslizó veloz por una de las calles de
la Ciudad Bandera hasta una oficina de Inmigración, bastante próxima a
la fábrica Arrechabala. Permanecieron allí hasta el oscurecer.
Durante todo ese tiempo, según José Alejandro Morejón, ambos oficiales,
que dijeron nombrarse Libán y Kenier, aprovecharon para hablarle en tono
despectivo sobre la Dama de Blanco, Leticia Ramos Herrería.
Morejón asegura que a Kenier lo conoce Juan Andrés García Santos porque
es el mismo oficial que lo apresó durante la Marcha Nacional Boitel y
Zapata Viven, en diciembre de 2011.
Cuando ya la noche se enseñoreaba sobre cada rincón de la ciudad, les
ordenaron abordar de nuevo la guagüita. Con la misma disposición se
alejaron de Cárdenas, con rumbo este, a través del Circuito Norte, hacia
el poblado de Máximo Gómez, en el municipio Perico.
Al arribar al batey Tíbiri, se torció el rumbo totalmente hacia el norte
y no se detuvo hasta sobrepasar el batey La Angelina donde, en medio de
la oscuridad, lo hicieron descender en aquella campiña hasta ese
instante desconocida para él. Allí también se bajaron Libán y Kenier y
sin que mediaran palabras, se percató cómo de la moderna máquina en que
se llevaban a su hermano de lucha Juan Andrés, solo se divisaba a lo
lejos aquellos destellos de luz roja de sus indicadores traseros.
Morejón, muy sobresaltado, pero con un brillo especial en sus ojos,
brillo que muchas veces he apreciado en la mirada de mi padre, me
compartió que en unos instantes tuvo la impresión de que jamás volvería
a ver con vida a Juan Andrés. No por la situación que podría enfrentar a
partir de que se quedara en medio de aquellos dos represores, que
podrían poner fin a su existencia, sino por la de Juan Andrés que
continuaba entre otros cuatro de idénticas características que se lo
llevaban rumbo a la costa, donde podrían asesinarlo o dejarlo moribundo
después de una golpiza. Marco adecuado para achacar su muerte a un
ajuste de cuentas entre integrantes de un supuesto grupo que intentaba
una salida ilegal. Por esa zona eran habituales sucesos como este.
Al recordar aquel momento, Morejón pareció enmudecer. Hasta una lágrima
se deslizó por una de sus mejillas. Bajó la mirada, pareció conseguir un
nuevo aire. Instantes después, me dijo más animado: "Sayli, aquellos
minutos me parecieron siglos. Fue más de hora y media en esa
incertidumbre. Pero estaba vivo. Ya el vehículo perdido con Juan Andrés
había regresado. Recogieron a Libán y a Kenier. Desde su interior
alguien me gritó con cierto acento de burla: "Espera ahí a Andrés", y se
perdieron en la distancia."
"Después de esa espera, cuando llegó Juan Andrés, con la alegría que
caracteriza a la juventud, me abrazó y casi levantándome en sus brazos,
gritó: ¡Gracias a Dios no hubo linchamientos!
Para Cuba actualidad: saylinavaroalvarez@yahoo.es
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/4185-gracias-a-dios-que-no-hubo-linchamientos.html
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