Dos muertes contrapuestas
Mientras Václav Havel es símbolo de democracia y libertad, Kim Jong-il
representaba el totalitarismo y el terror
Eugenio Yáñez, Miami | 23/12/2011
El mismo día llegaron las dos noticias: primero, la de la muerte de
Václav Havel, el líder de la Revolución de Terciopelo checoslovaca, y
posteriormente —aunque había ocurrido antes— la del dictador norcoreano
Kim Jong-il.
El mismo orden de llegada de las noticias es un claro indicador de las
características de ambos personajes fallecidos y de las sociedades a las
que pertenecían. Como Havel era un demócrata, viviendo en una sociedad
libre y abierta que él mismo ayudó directamente a construir, se conocía
de su larga enfermedad, y tan pronto ocurrió el deceso se supo la
noticia en todas partes, y brotaron sinceras expresiones de dolor en
todo el mundo.
Por el contrario, la noticia del fallecimiento del dictador norcoreano
llegó con retraso, más de veinticuatro horas después de haber ocurrido,
cuando el aparato de terror norcoreano consideró que tal situación debía
informarse. Y más allá de la histeria colectiva desatada en la nación
norcoreana, con lágrimas y desgarre de vestiduras en las calles y en la
televisión, en el resto del mundo pocos sienten realmente la partida del
tirano que sumió a su pueblo aún más en la miseria y el terror heredado
de su padre, los dos únicos "líderes" de Corea del Norte en más de
sesenta y cinco años.
Václav Havel estuvo mucho tiempo vinculado a las artes escénicas como
actor y dramaturgo, y fue un agudo ensayista, pero en su vida política
nunca ensayó ni actuó: resultó siempre claro y transparente. Pagó con la
cárcel su rechazo al sistema comunista impuesto en su país,
literalmente, por las botas de los soldados y las esteras de los tanques
soviéticos en dos ocasiones: tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y
tras la breve "Primavera de Praga" de 1968.
En 1977 fue coautor y uno de los líderes de la Carta de los 77,
documento a favor de los derechos humanos que rechazaba la ocupación
soviética y el sistema totalitario impuesto en su país, lo que le ganó
reconocimiento internacional, pero también mucho más odio de la
dictadura checoslovaca.
En la cárcel estaba cuando los tumultuosos acontecimientos de 1989
alrededor de la caída del Muro de Berlín, y prácticamente salió de la
prisión a ocupar el liderazgo de la entonces Checoslovaquia. Demócrata
convencido, siendo presidente de la República los habitantes de
Eslovaquia plantearon la secesión del país, y aunque Havel se oponía a
esa idea, respetó la voluntad popular y posibilitó sin violencias ni
traumatismos el surgimiento de Eslovaquia y de la República Checa,
entidad mucho más disminuida territorial y económicamente que la antigua
Checoslovaquia.
Václav Havel sacó a la antigua Checoslovaquia y a la República Checa de
la oscuridad del comunismo para introducirla en la modernidad, incorporó
al país a la OTAN y a la Unión Europea, y gracias en buena medida a su
gestión al frente de la nación, la República Checa es hoy un país
democrático y próspero, internacionalmente respetado y reconocido como
uno de los ex satélites soviéticos que más han avanzado en el camino de
las libertades y el fortalecimiento del Estado de derecho.
Los cubanos en la Isla y el exilio siempre sintieron claramente la
solidaridad de Václav Havel, tanto en su condición de presidente como
después de terminar su mandato. Su embajada en La Habana siempre estuvo
abierta para los disidentes, y el demócrata siempre fustigó al régimen
cubano, sus abusos y arbitrariedades, y la falta de libertades.
Hasta el último día de su vida fue un férreo defensor de la libertad y
los derechos humanos. Aunque el régimen cubano ha ignorado su muerte,
como quiso ignorar su vida, algún día en una Cuba libre Václav Havel
recibirá el homenaje que merece.
Kim Jong-il, por su parte, vivió una vida falsificada desde el inicio,
pues la propaganda oficial modificó su fecha y lugar de nacimiento, y
aseguraba que el día que nació hubo una nueva estrella en el cielo y dos
arcoiris sobre la Tierra.
Su único mérito reconocido fue el haber sido "hijo de papá" y heredero
designado por el carnicero mayor, el dictador Kim Il Sung, a quien Fidel
Castro admiraba de corazón. Kim hijo impuso a su pueblo más miseria y
terror, en un régimen paranoico e infernal con un enfermizo culto a la
personalidad y un odio irracional, priorizó al ejército sobre todo lo
demás, llevó a la muerte por hambre a más de un millón de norcoreanos
(cifra conservadora), y lanzó al país a una carrera armamentista tras el
arma nuclear, que puso en peligro al mundo entero.
Según criterios de inteligencia de diferentes naciones, el pequeño y
acomplejado dictador (que utilizaba calzado de tacón especial) era un
individuo carismático de agilidad mental, que sabía lidiar con los pocos
interlocutores extranjeros con los que interactuaba. Aunque siguió
manteniendo a su pueblo en la miseria total, se dice que el "querido
líder" gustaba de la comida gourmet —langostas, chocolates y vino
francés entre sus preferidos— y el cine: contaba con miles de películas
"del enemigo", incluida mucha pornografía y los filmes de Rambo y James
Bond entre sus favoritos.
Ante la imposibilidad de sus dos hijos mayores —playboys demasiado
aficionados a los lujos y el estilo de vida occidental— designó heredero
a su hijo menor, Kim Jong-un, quien se cree que estudió en Suiza —nada
de escuelitas proletarias norcoreanas—, le regaló cuatro estrellas de
general, y lo preparó para este momento. Con el cadáver del padre
insepulto, "baby Kim" fue designado "gran sucesor" y se hizo cargo del
gobierno: con menos de treinta años de edad, pasó al frente de un estado
hermético y rudo con un arsenal atómico, y tendrá que demostrar que es
capaz de administrar esa nación y evitar el colapso de una economía en
ruinas o una hecatombe nuclear.
Solamente partidos comunistas han expresado abiertamente condolencias
por la muerte del "querido líder". China comunista, su aliado más
cercano, se expresó con la visita del presidente Hu Jintao a la embajada
de Pyongyang en Beijing, y el nicaragüense Daniel Ortega, que no sabe
qué hacer para ser más miserable todavía, expresó su dolor por la muerte
del "amigo". El régimen cubano informó la muerte del "líder" en un
escueto comunicado de dos párrafos, y decretó tres días de duelo
oficial: tratamiento protocolar establecido para la muerte de jefes de
Estado con los que se mantienen relaciones. Pero nada más hasta ahora.
Václav Havel representaba la democracia, el futuro y el progreso. Kim
Jong-il la dictadura, el pasado y el retroceso. Las noticias de la
muerte de ambos las recibimos el mismo día. Pero fuimos muchos los que
no las sentimos igual.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/dos-muertes-contrapuestas-271993
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