Cubanos se arriesgan a criticar el gobierno
Por PETER ORSI
The Associated Press
PINAR DEL RIO, Cuba -- Pedro Pablo Oliva era el típico ciudadano modelo
que Cuba trata de mostrarle al mundo.
Era un hombre leal a la revolución de Fidel Castro, que apoyaba su
objetivo de igualdad social y se sentía agradecido de la ayuda que
recibió para llegar a ser un pintor y escultor de renombre
internacional. Sirvió incluso como delegado en la asamblea regional de
la provincia occidental de Pinar del Río.
Pero cuando criticó el hostigamiento de los disidentes y planteó que hay
espacio para otro partido, además del Comunista, fue expulsado de la
asamblea y acusado de contrarrevolucionario. Tuvo que cerrar el taller
comunitario que funcionaba en su casa pues el gobierno le retiró su apoyo.
El presidente Raúl Castro le pidió a los cubanos que expresen su sentir
en momentos en que el gobierno trata de revivir la economía mediante una
serie de reformas. Pero las autoridades no han dejado en claro cuál es
la frontera invisible entre un criticismo legítimo y lo que es
considerado un ataque al sistema.
Un prominente intelectual socialista que criticó la corrupción a altos
niveles fue marginado del Partido Comunista por meses. Pero en otro
caso, las autoridades no tomaron medidas cuando dos economistas dijeron
que las reformas económicas bajo consideración no bastaban.
Por otro lado, si bien Oliva fue castigado por denunciar los ataques a
los disidentes, cuando los cantantes Pablo Milanés y Silvio Rodríguez
hicieron lo mismo, se generó un debate en la prensa oficial, pero no
hubo represalias.
"Es difícil saber cuándo uno se pasa de la raya, porque esa raya depende
del momento", comentó Arturo López Levy, economista nacido en Cuba que
enseña en la Universidad de Denver.
La raya se ha corrido bastante desde los albores de la revolución, en
que un gobierno inspirado por el socialismo soviético envió a miles de
personas a campamentos de trabajos forzados por sus ideas religiosas, su
pelo largo, actitudes "antisociales" u homosexualidad. Milanés y el
cardenal católico Jaime Ortega estuvieron en esos campamentos de
jóvenes. En esa época se vetó a Rodríguez en las radios por decir que le
gustaban los Beatles y codearse con gente que el gobierno consideraba
sospechosa.
No obstante, las cosas cambiaron y Rodríguez y Milanés llegaron a ser
diputados de Asamblea Nacional, al tiempo que Ortega a veces se reúne
con Raúl Castro, cuya hija es la principal defensora de los derechos de
los gay en la isla.
También fueron liberados "prisioneros de conciencia" de renombre
internacional, pero la oposición al gobierno todavía puede implicar
frecuentes viajes a una unidad policial, denuncias de traición,
enfrentamientos con partidarios del gobierno y la pérdida de un trabajo
con el estado, algo muy grave en un país socialista donde el estado
controla la mayoría de los empleos y todos los medios de información.
Los problemas de Oliva comenzaron cuando a su esposa -una artista de la
que hoy está separado- le impidieron exhibir públicamente trabajos
críticos del gobierno en el Día Internacional de los Derechos Humanos en
diciembre del año pasado. En lo que en la isla se conoce como un "acto
de repudio", un grupo de partidarios del gobierno se congregó frente a
la casa de Yamilia Pérez Estrella, le gritaron insultos y le impidieron
salir de la vivienda. El gobierno insiste en que son manifestaciones
espontáneas de indignación patriótica, por más que sea obvia una
coordinación con el aparato de seguridad del estado.
En respuesta, Oliva publicó una carta en el portal de la bloguera
disidente Yoani Sánchez criticando la "violencia" física o psicológica
que busca silenciar las opiniones críticas. Dice que su encuentro con
Sánchez, a quien conoció cuando ella visitó su taller, lo marcó, lo
mismo que sus exhortaciones a que se admita la diversidad política en
una isla donde el Partido Comunista es la única agrupación política
permitida.
"El mismo hecho de decir, 'Yo soy del criterio de que debe haber otro
partido en el país ... allí fue donde la linea se cruzó, totalmente, se
violentó", dijo Oliva a la Associated Press en su casa estudio, sus
paredes adornadas con la serie artística que retrata a Fidel como "El
Gran Abuelo".
Milanés puso a prueba varias veces la tolerancia de las autoridades. En
una entrevista en el 2008 con el diario español Público, dio a entender
que Raúl Castro era demasiado viejo como para gobernar Cuba: "Yo no
confío ya en ningún dirigente cubano que tenga más de 75 años".
Y este año, declaró a periodistas en la Florida que las Damas de Blanco,
que piden la liberación de familiares presos, tenían derecho a protestar.
"Lo más vil y lo más cobarde puede ser que una horda de supuestos
revolucionarios ataque despiadadamente a estas mujeres ... no implica
que esté en desacuerdo con Fidel y tampoco implica que esté de acuerdo
con las Damas de Blanco", escribió Milanés.
Una columna en el portal oficial Cubadebate criticó a Milanés por lo que
describió como sus opiniones cambiantes y especuló que atravesaba por
una profunda crisis personal. Pero las autoridades no le han impedido
que siga recorriendo el mundo dando conciertos.
Milanés, quien ha escrito odas al Che Guevara, claramente se sigue
considerando un socialista.
"Mis 53 años de militancia revolucionaria me otorgan el derecho, que muy
pocos ejercen en Cuba, de manifestarme con la libertad que requieran mis
principios", dijo.
Los medios de prensa cubanos dieron tal vez un indicio de cuál es el
límite de lo tolerable cuando el diario Trabajadores publicó una
entrevista en la que Rodríguez planteaba la necesidad de un socialismo
más democrático, que se eliminasen muchas restricciones a los viajes,
mejor protección al medio ambiente y menor discriminación.
Cuando el blog de Rodríguez publicó la entrevista completa, se comprobó
que Trabajadores había omitido algunas de las afirmaciones más fuertes
del cantante, como la de que "Aspiro a que si alguien protesta por algo
que no compartimos tengamos la suficiente altura para respetar su
derecho a expresarse".
Cuba tiene una aversión a las manifestaciones que puedan dar munición al
enemigo, que data probablemente de la época en que se independizó de
España, en la década de 1890, según López Levy.
Esa mentalidad se acentuó tras la revolución de 1959 y los esfuerzos de
Estados Unidos por derrocar a Fidel Castro. A menudo las autoridades
dicen que la necesidad de presentar un frente unido justifica la
supresión de la libertad de prensa.
"La prohibición de expresar ciertos puntos de vista no solo es tolerada,
sino que yo diría que es apoyada por la población en general", declaró
López Levy.
Fidel Castro expresó ese principio en 1961, cuando advirtió a los
intelectuales que no se admitirían cuestionamientos exagerados. "Dentro
de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada", dijo en esa ocasión.
Entre 1971 y 1976 las autoridades tuvieron una visión bastante estrecha
de lo que representa estar dentro de la revolución. Algunos artistas y
académicos fueron despedidos y empujados al exilio. El poeta Heberto
Padilla fue denunciado, arrestado y obligado a ofrecer una disculpa
pública por sus pensamientos a pesar de que había ganado un prestigioso
premio literario local.
Desde que asumió la presidencia, Raúl Castro ha invitado repetidamente a
los cubanos a debatir abiertamente las reformas económicas y dijo que la
gente no será castigada por sus opiniones. El gobierno afirma que la
gente dijo lo que pensaba durante asambleas realizadas a lo largo y
ancho de la isla y que esas opiniones hicieron que se modificasen
algunos proyectos.
En una cumbre del Partido Comunista realizada en abril para ratificar
los cambios, Castro incluso planteó que la prensa oficial debería ser
más osada y crítica, aunque al mismo tiempo pidió cautela.
"Eso no quiere decir que ahora cada uno agarramos una pluma y empezamos
a escribir lo que nos dé la gana porque el que cometa errores debe pagar
por ello, sea el que sea también, no obstante los vamos a respaldar
firmemente", dijo Castro.
De todos modos, López Levy dice que desde que Raúl reemplazó a su
hermano Fidel como presidente en el 2008 hay más espacio para las críticas.
De hecho, dos economistas del Centro de Estudios Económicos Cubanos, un
organismo estatal, no sufrieron represalias públicas tras publicar un
artículo en una revista de la Iglesia Católica en el que decían que las
reformas no eran suficientes.
El diario del Partido Comunista Granma está publicando una vez por
semana cartas al editor llenas de quejas sobre la burocracia y de
recomendaciones acerca de cómo manejar la economía.
Pero hay límites, que no son fáciles de determinar ni siquiera para los
elementos más fieles a la revolucion.
Esteban Morales, un intelectual que aparecía con frecuencia en la
televisión estatal criticando a Estados Unidos, fue expulsado del
Partido Comunista por denunciar corrupción en altos niveles de la
conducción en una columna el año pasado. Su expulsión generó una ola de
críticas y finalmente fue readmitido.
Oliva, un hombre tranquilo, de 62 años, dice que trata de no permitir
que su expulsión lo afecte. Pinta, lo que alivia los temblores de su
mano derivados del mal de Parkinson.
A Oliva no se le impide vender sus obras ni ha sido expulsado de la
poderosa Unión de Artistas y Escritores. El propio viceministro de
cultura Fernando Rojas prometió seguir trabajando con él, a quien
describió como "un hombre de la revolución" y "uno de nuestros artistas
más grandes". Pero Oliva dice que no cree que pueda reabrir su taller
pues se propone seguir diciendo lo que piensa, incluso a periodistas
extranjeros.
"Pedro Pablo es un hombre de la revolución, es un hombre de la cultura
cubana, es uno de nuestros más grandes artistas. Las instituciones
culturales siempre han trabajado con Pedro Pablo y van a seguir trabajando."
"Voy a seguir teniendo conflictos de una forma u otra", dijo Oliva.
http://www.elnuevoherald.com/2011/10/24/v-fullstory/1051533/cubanos-se-arriesgan-a-criticar.html
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