Monday, June 20, 2011

Iglesia bajo chantaje

Opinión

Iglesia bajo chantaje
Michel Suárez
Madrid 20-06-2011 - 12:48 pm.

¿A qué está dispuesta la Iglesia Católica cubana por unos minutos de
televisión? ¿Lo hemos visto todo, o falta más?

El cardenal Jaime Ortega, durante la inauguración de un seminario
católico en La Habana. (AP, noviembre de 2010)

Hace poco escribí sobre la perversión de equiparar a víctimas con
victimarios en el contexto de la España actual, enredada en dilucidar
cuáles son los adjetivos más exactos para calificar a Francisco Franco.
En Cuba, ni siquiera ha sido necesaria la muerte del dictador para que
ciertos ilustrados entren al ruedo de la desmemoria. Esta vez le ha
correspondido a uno de los vicarios de La Habana, monseñor Carlos Manuel
de Céspedes.

¿Cuánto esperpento está dispuesta a asumir la Iglesia Católica cubana
con tal de "conseguir" (santa y callejera palabra) algunos minutos de
televisión? ¿Lo hemos visto todo, o todavía falta más?

Monseñor De Céspedes es un viejo conocido de las relaciones
Iglesia-Estado. Incluso en los períodos más difíciles, ahí estaba el
tataranieto del Padre de la Patria para sosegar las tensiones. ¿Por qué?

Miembro de la Academia Cubana de la Lengua y único integrante del clero
católico que esporádicamente publica en la prensa oficial, De Céspedes
acusa ahora a su propia Iglesia, en el prime time de la televisión
oficial. La homologa al Estado en la cruzada de los años 60 y asegura
que la responsabilidad por los enfrentamientos es "compartida".

El eterno obispable coloca en el mismo plano a los que perdieron
colegios católicos y medios de comunicación y fueron expulsados de la
Isla (130 sacerdotes y un obispo), con los que ordenaron todas esas
tropelías. Su mea culpa es un sinsentido y solo se explica desde el afán
de protagonismo de una mente brillante, pero fuera del juego, relegada a
asuntos administrativos menores.

¿Cuántos religiosos creen verdaderamente que el clero tuvo las mismas
responsabilidades que el Gobierno en aquella ruptura? Es cierto que la
Iglesia es una organización privada muy poco democrática, cuyo modo de
funcionamiento no tiene nada de ejemplar, desde el punto de vista del
ejercicio del poder. Pero equiparar su actitud de los 60 a la de Fidel
Castro resulta insultante para las víctimas.

Estas y otras cuestiones llevan a De Céspedes a asegurar en televisión
que la situación actual de la Iglesia en Cuba es "normal", e incluso
"más normal" que en muchos países católicos. El académico de la Lengua
debería explicar, con todas las consecuencias, su concepto de
normalidad. Porque lo habitual no necesariamente es lo normal. Que los
cubanos nos hayamos adaptado al statu quo, sobreviviendo de mil maneras,
no significa que aprobemos el orden existente. Sobre todo, porque la
Iglesia sabe perfectamente que los efectos colaterales de toda
subsistencia provocan las mayores crisis morales de la humanidad.

Una historia urbana, probablemente apócrifa, cuenta el supuesto diálogo
entre un alto dignatario de la Iglesia cubana y la jefa de Asuntos
Religiosos del Partido Comunista. El primero le reprochaba el ninguneo
de Granma con las noticias religiosas, y la segunda le contestaba que el
diario oficial tampoco publicaba los escándalos de pederastia en la
Isla. Un pacto macabro en toda regla. Da igual si la historia es cierta
o no. Lo relevante es que retrata una situación anormal, por más que le
pese a De Céspedes, que puede visualizarse en muchos otros aspectos.

Esa jerarquía eclesiástica encerrada en sí misma, que encaja mal las
críticas y se da el lujo de tener una política comunicacional casi tan
restrictiva como la del propio régimen, está menos preparada que un
cuentrapropista para enfrentar un futuro de libertad.

La Iglesia que tan buenos favores ha tributado a los cubanos durante
estos años y, la otra, que ha mirado hacia otra parte con tal de
retomar, a cualquier precio, uno de los tantos caminos de la
evangelización, se encontrarán algún día ante la opinión pública, en
igualdad de condiciones, y cada cual podrá sacar sus conclusiones.

Por suerte, existen aún personalidades del clero renuentes al oprobioso
trueque como única opción para continuar evangelizando. Y por cierto,
esa especie de emulación socialista, que establece estímulos y
recompensas (autorización de procesiones y alguna prensa) a cambio de
mentiras y silencios, también alcanza a otras denominaciones, como se ha
visto estos días en la Iglesia Metodista.

http://www.ddcuba.com/opinion/5376-iglesia-bajo-chantaje

No comments:

Post a Comment