"La revolución cubana está agotada"
Este es el testamento que Eloy Gutiérrez Menoyo entregó a su hija
durante su enfermedad
ELOY GUTIÉRREZ MENOYO 26 OCT 2012 - 14:38 CET79
Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano nacido en Madrid en 1934, comandante de la
revolución que depuso al dictador Fulgencio Batista, dictó este texto a
su hija durante su enfermedad para que fuese publicado a su muerte:
El año 1959 registró un acontecimiento que parecía marcado por la
poesía: la Revolución Cubana. De aquella Revolución, esparcidos por la
isla y por el mundo, quedan hoy restos dolorosos de un naufragio. En el
2003 regresé a Cuba. Enemigo en un tiempo del Estado cubano y percibido
así oficialmente, intentaba una actividad pacífica que fecundara a favor
de un espacio político. Durante años, desde el exilio en visitas
puntuales a Cuba, habíamos dialogado con este gobierno con vista a una
apertura política. Con el país hecho añicos, sin el socorro de la
desaparecida esfera comunista, no le quedaba a Cuba otra salida que no
fuera el cambio.
Así se lo manifesté a Fidel Castro en nuestros encuentros que consideré
breves pero sustantivos. Sin embargo, desde mi llegada sorpresiva, no se
me ha extendido el carnet de identidad ni se me ha otorgado el espacio
político que se discutió en un tiempo. Es cierto que se ha tolerado mi
presencia pero ello ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado que se
ha preocupado por observar de cerca a nuestra militancia.
En el tiempo que he pasado aquí, he visto también la destitución de sus
cargos de algunos de los funcionarios oficiales que compartieron conmigo
y otros activistas de Cambio Cubano, no sólo la preocupación por los
problemas que asolan a nuestro pueblo, sino también la urgencia de
producir la necesaria apertura política. Esa apertura política traería
consigo grandes transformaciones que se hacen impostergables y para las
cuales no faltó en los momentos de nuestras conversaciones cierto
estímulo alentador por parte del más alto liderazgo de este país.
Hoy día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella
empresa, llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a
la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de
concretarse en un proyecto viable.
Comparto esta realidad con los mejores factores del pueblo cubano, estén
en el gobierno, en sus depauperadas casas o en el exilio, y asumo la
responsabilidad de este tropiezo a la vez que me reafirmo en las ideas
que en su inicio suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e
internacionales. Hago esta declaración en medio también de un
diagnóstico médico en lo que va menguando mi salud personal. Asumo la
responsabilidad de esta batalla y no me amedrenta el hecho de que
algunos puedan calificarla de fracaso. La voluntad de perpetuarse en el
poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en la posible
renovación de los mejores proyectos cubanos desde fecha inmemorial.
¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es
una Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha
hecho inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí
mismo: se resiste aunque a veces no lo exprese y la juventud se sustrae
y convierte el deseo de escapar en una obsesión desmesurada. Grandes
sectores de la gente de a pie ya sabe de memoria que esta revolución ya
no tiene sentido moral. El cubano ha ido perdiendo su esencia. Sobrevive
en la simulación y en ese extraño fenómeno del doble lenguaje. Las
estructuras son irracionales. La extranjerización de la economía se
monta precariamente sobre una fórmula absurda y desbalanceada que
excluye el protagonismo y la iniciativa nacional.
El gobierno que pregonó ser del pueblo y para el pueblo no apuesta por
la creatividad y la espontaneidad nacional y el sindicalismo brilla por
su ausencia.
Me ha tocado vivir de cerca la ardua faena de intentar hacer oposición
en este país. He sido firme en mi posición independentista y en mi
llamado a marcar distancia de cualquier proyecto vinculado a otros
gobiernos. Pero el gobierno cubano ha sido tenaz en su minuciosa labor
de hacer invisible a la oposición, a la que se coacciona y cohíbe de
movilizarse y no se le permite insertarse en las áreas importantes de
las comunicaciones o la legislación.
¿Cómo indemnizar a un país a 50 años de disparates contra su ciudadanía?
¿Cómo se indemniza a un pueblo de tantos daños directos contra la
colectividad y el ciudadano? ¿Cómo se le indemniza de los errores por
consecuencia?
El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso.
Como resultado de esta realidad el cubano deambula sus calles como un
ciudadano disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de
los que se aferran del poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y
candidato perfecto a la esclavitud. La constitución no funciona. El
sistema jurídico es una broma. La división de poderes no es siquiera una
quimera. La sociedad civil es, como el progreso, un sueño pospuesto por
medio siglo.
¿Burla la justicia la madre desesperada que busca leche para su hijo en
la bolsa negra? Hace unos 60 años, Fidel Castro se dirigió a un
magistrado, en medio de una dictadura pero con prensa libre como
testigo, y explicó que si se le acusaba por uso de fuerza militar
revolucionaria, ese agravio, ese desacato a la ley, y aquella querella
oficial contra él, debían ser desestimados ya que el gobierno existente
era producto ilícito de un golpe de estado. Aquella lógica, inexpugnable
y cierta, podría aplicarse hoy día, en nombre de la oposición para decir
que el gobierno cubano hace un grosero uso del poder absoluto y que su
consolidación a perpetuidad es una intolerable disposición
testamentaria. Se usaría bien aquel planteamiento de Fidel ante un
magistrado para decir que nadie puede hacerse custodio eterno de un país
ni llevar adelante una meticulosa empresa de abolir la realidad y de
paralizar el avance. También se me ocurriría preguntar dónde está la
dirección originaria del proceso por el que murió mi hermano Carlos o
cuándo terminará la desazón de sentir que el futuro está hipotecado.
Durante 50 años de destreza política y control policiaco el cubano ha
sido un verdadero héroe de la subsistencia dentro de un laberinto
dialéctico. Ha manejado el desencanto y el extravío y el desdoblamiento
y la fatiga. ¿Qué tiene de nuevo que decirle este gobierno a ese cubano
acerca de su destino incierto? Según los médicos, mi diagnostico es
irreversible. Voy sintiendo que cada día será más opaco y a la vez más
cierto en la brevedad de mi destino. No temo el diagnóstico que parece
ser una ruta y la caminaré con calma y con esperanza en el futuro de
Cuba, esta tierra de hombres y mujeres inigualables. Quisiera decir que
me reitero en las ideas que alentaron en mí y en mis hermanos mis padres
generosos; ni tamizo ni renuncio a mi vinculo con la socialdemocracia,
una vinculación que es, cada vez más, a partir de la visión incluyente
de la historia; las posibilidades de éxito de cualquier visión política
se engrandecen o achican a partir de la generosidad y el sentido de
compromiso colectivo, la capacidad de acuerdo de sus portadores.
Si ofendí a alguien, si los fantasmas de las diferentes contiendas me
tentaron a faltarle a la generosidad, pido benevolencia, al igual que
olvido a quienes pudieron haberme juzgado de manera apresurada hoy
reflexiva. Creo haber servido a Cuba en diferentes etapas por encima de
los errores de mi autenticidad, de cualquier falta de visión de mi parte
o de cualquier terquedad en el camino. Durante la revolución, creo haber
sido una voz de humanismo que se manifestó quizá mejor en el sentido de
oponerme a los fusilamientos. Haber vivido en mi infancia la guerra
civil española me había preparado para intentar al menos el dominio de
las pasiones. No creo haber sido de los que permitieron el reverso del
sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla. Alguien podría
interpretar este documento como un lamento pesimista. Sin embargo, no es
ese su propósito como no va en él ninguna forma de cólera aunque me haga
eco de estos duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde
mi niñez al llegar a Cuba como miembro de una familia de exilados
españoles republicanos. Mi optimismo se basa en la fuerza telúrica de
esta isla; en la ternura infinita de la mujer cubana; en el poder de
innovación de su gente más sencilla. La herencia de perdurabilidad de la
Nación cubana resistirá todos los ciclones de la Historia y a todos los
dictadores. Varela es más que una seña. Maceo es más guía que guerrero
admirable. Martí no es una metáfora. La suerte llegará. Cuando el último
cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven nacido en
Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando sanen
las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de
celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos
mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada,
silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal
para este pobre pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una
mariposa que se posará en la sombra. Me habría gustado poderle decir que
habría querido dar más; acaso ella habría entendido que sólo pude dar mi
vida y que tuve el privilegio de ser parte de esta isla y de este pueblo.
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/10/26/actualidad/1351255111_911255.html
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