José Antonio Fornaris
Managua, La Habana (PD) Hace unos días, fue creada en Caracas la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Para
formalizar el asunto, jefas y jefes de Estado o de Gobierno se reunieron
en la capital venezolana.logo_celac
La nueva organización se ha definido como integradora; pero una "unión"
continental que deje fuera con toda intención a dos naciones del
continente, Estados Unidos y Canadá, es, a ojos vista, separadora. Y
algo que nace así, con esa forma torcida, sin abono que tenga como
ingrediente la realidad de estos tiempos y visión de futuro, no será
algo que aporte frutos dulces.
Desde hace decenios existe la Organización de Estados Americanos. Y si
existía la voluntad para crear otra organización, la lógica indica que
hubiera sido más fácil reformar, rejuvenecer, remozar o restaurar los
descoloridos o toda la pintura de la OEA. Incluso, eso saldría mucho más
barato. Y no se debe nunca olvidar que no son los gobernantes los que
pagan por el funcionamiento de cualquier tipo de organización donde
estén representados los países, son los pueblos.
Independiente de todo lo anterior, la CELAC, para los cubanos, tiene una
incógnita. A los efectos reproduzco el artículo 11 de la declaración
constitutiva de esa organización: "Conscientes de la aspiración común de
construir sociedades justas, democráticas y libres, y, convencidos de
que cada uno de nuestros pueblos escogerá las vías y medios que, basados
en el pleno respeto de los valores democráticos de la región, del Estado
de derecho, sus instituciones y procedimientos y de los derechos
humanos, les permita perseguir dichos ideales."
El artículo 23 también habla de "la protección y promoción de todos los
derechos humanos y de la democracia."
¿Cómo hará la CELAC para que el gobierno de Cuba cumpla con esos
preceptos? O mejor dicho: ¿cómo se admitió al gobierno de La Habana en
una organización que asegura tener pleno respeto por los valores
democráticos, el Estado de derecho y los derechos humanos?
Todo el mundo sabe que en Cuba hay un régimen antidemocrático, que la
violación a los derechos humanos está institucionalizada, y que ni por
asomo existe un Estado de derecho.
El mandatario chileno, Sebastián Piñera, es el Presidente Pro Témpore de
la CELAC; sería positivo que alguien le hiciera, de forma pública,
algunas preguntas sobre el particular.
A su vez, la oposición interna debería reclamar al general de ejército,
Raúl M. Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros,
Primer Secretario del Partido Comunista (en el poder hace medio siglo),
que comience de inmediato a cumplir a lo que se comprometió al firmar la
llamada Declaración de Caracas.
Por su parte, Estados Unidos tiene la oportunidad de poner sobre la mesa
la suspensión del embargo a cambio de que el gobierno totalitario de
Cuba cumpla con el compromiso contraído ante los mandatarios
latinoamericanos y caribeños.
De antemano se conoce que los Castro, por propia voluntad, nunca harán
nada, excepto firmar algún documento sobre el tema, que se dirija a la
democratización del país. Pero es necesario poner a la flamante CELAC de
frente a esa situación y ver lo que va a hacer, si es que acaso hace algo.
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/2927-la-celac-no-sera-
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