Las promesas de apertura en Cuba no frenan a los balseros
México se convierte en territorio de tránsito gracias a la ayuda de las
mafias
Las salidas por mar de la isla hacia EEUU se han duplicado en el último año
Domingo, 20 de noviembre del 2011
TONI CANO - MÉXICO
Las madres lloran en la barriada habanera de Luyanó. Los 11 jóvenes que
el mes pasado se fueron en una balsa nunca llamaron desde Miami. Tampoco
están entre los 188 cubanos capturados en octubre por el servicio de
guardacostas de Estados Unidos. Desaparecieron en el mar. A pesar de que
el Gobierno de la isla está a punto de aplicar la nueva ley migratoria
que permitirá los viajes, algunos no pueden aguantar más y se lanzan al
agua con esa frase miles de veces repetida que muchos han hecho
realidad: «Prefiero morir en el mar que seguir viviendo en Cuba».
La guardia costera estadounidense aún busca a otros cuatro balseros,
tres hombres y una mujer. Otros tres que iban con ellos sí consiguieron
llegar a Miami Beach. Tuvieron que improvisar dos balsas cuando se
hundió la barca insegura en la que zarparon de la playa de Cojímar. Se
separaron para siempre.
Después de años de menor afluencia, la cifra de balseros interceptados
en alta mar o que llegaron a tierra se ha duplicado en los últimos 12
meses: 1.700 frente a los 831 del 2010. Más de 60 han sido rescatados en
otras costas caribeñas, singularmente en Honduras y México, tras andar
varios días a la deriva. La lista de desaparecidos que tiene Cubanos sin
fronteras anda por la treintena. Las balsas, que se utilizan desde hace
ya 40 años en el éxodo ilegal, «son buenas para evitar la detección pero
son muy peligrosas», dice el gran estudioso del éxodo cubano, Juan
Clark. «Se estima que solo uno de cada tres que intenta escapar lo logra».
Algunos han cruzado esas 90 millas, casi 150 kilómetros, entre la isla y
Florida en una cámara de neumático. «Lo ideal son tres neumáticos bien
amarrados entre sí», dice un exmarino que ha ayudado a muchos a partir
desde las playas del este de La Habana. Eso es una balsa: unas cámaras
atadas y una sábana por vela.
Aunque el ingenio y la maña de los cubanos han producido embarcaciones
memorables, sobre todo aquel viejo camión Chevrolet montado sobre
bidones vacíos que hace ocho años provocó la sorpresa de los
guardacostas estadounidenses.
Doce cubanos iban en el camión transformado en barca, con el volante
como timón y una hélice adaptada al motor, que navegaba a ocho nudos (13
kilómetros) por hora. La guardia costera estadounidense los detuvo a
poco más de medio camino y los devolvió a la isla.
También hundió el vehículo para que no se convirtiera en un monumento a
la inventiva cara a la huida. Los doce volvieron a intentarlo después,
primero en un Buick reconvertido y finalmente en un Mercury con cartel
de taxi al que incluso le añadieron una proa.
EN LANCHAS AL YUCATÁN / Últimamente son más los balseros de lujo. Con la
«ayuda de la familia de Miami» han pagado unos 7.000 euros, zarpan de
Cuba en lanchas y arriban a alguna de las largas playas de la península
mexicana de Yucatán. La mafia y la corrupción ayudan a que unos 200, que
suelen viajar en grupos de 15 o 20 personas, lleguen cada mes a EEUU
tras un viaje a través de México no menos perlado de aventuras imprevistas.
Esta es la llamada ruta del Golfo. Una mafia cubana que se tutea con los
cárteles de la droga los esconde y traslada por México hasta la
frontera. Allí pisarán unos centímetros de territorio estadounidense
para presentarse como cubanos.
Y podrán llamar a sus madres, si es que no han partido con ellos.
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