Autor: David García Martín
Los 'mass' media ya no tienen el monopolio de la comunicación. Cientos
de miles de personas están en contacto a diario e intercambian pareceres
e información sin importar las distancias, las franjas horarias, la
religión o el color de la piel. Las nuevas tecnologías y las redes
sociales han abierto una brecha de libertad sin marcha atrás.
Las revoluciones que se están dando en el mundo árabe serían inviables
si la sociedad civil no contara y supiera usar las herramientas
tecnológicas que tienen a su alcance. Hace apenas unos años esto era
impensable, y si no imposible, sí muy difícil. Pero el poder de
convocatoria, la rapidez y eficacia con la que estas redes se extienden
por la sociedad, están movilizando a más personas de las que nadie
hubiera imaginado. Es un boca a boca con posibilidades infinitos. Es el
boca a oreja del siglo XXI.
En el mundo la información está cada vez más sesgada. Obedece a
intereses empresariales y políticos, muchas veces alejados del interés
general. Pero el buen uso que los ciudadanos están dando a las nuevas
tecnologías está contrarrestando ese déficit democrático y social que
los medios han dejado a un lado.
Los usuarios son los nudos que sostienen la red. Nadie es más que otro.
No hay uno superior o mejor. No hay una jerarquía, sino una tensión
entre nudos que hace que la red se sostenga y la información fluya entre
los usuarios en todas las direcciones. El nudo es a la vez centro y
periferia, principio y final.
Las grandes corporaciones, con los gobiernos como aval, vendieron la
globalización como el "no va más": la libre circulación de capitales y
mercancías, pero no de personas -cada vez es más difícil entrar en
Estados Unidos o conseguir un permiso de trabajo en la Unión Europea.
Los sistemas estatales modernos se urdieron para que los gobiernos
mantuviesen la estabilidad y el control sobre la sociedad, pero, a pesar
de ello, los ciudadanos encontraron fórmulas para denunciar abusos y
potenciar su participación ciudadana. Hoy, con Internet hay muchas más
posibilidades. La amplificación de ideas y su intercambio es mucho más
fluido y se está viendo cómo las sociedades son capaces de cambiar sus
realidades si usan de forma adecuada la información y las tecnologías.
Nunca antes la sociedad civil tuvo tantas posibilidades de alzar la voz
y de comunicarse entre sí.
Tuenti, Facebook, Twitter han venido para quedarse y para cambiar la
sociedad. La punta de lanza fue en Moldavia, lo que se conoce como la
revolución twitter. En abril de 2009 un grupo de jóvenes descontentos
con las elecciones generales convocaron una manifestación en señal de
desacuerdo con los resultados, en pocas horas se vieron envueltos en una
protesta de más de 20.000 personas. Algo similar ocurrió con la marea
verde iraní, donde las redes sociales y la telefonía móvil jugaron un
papel fundamental. En la mayoría de los casos estas manifestaciones
cogieron por sorpresa a sus gobernantes.
"Facebook es imposible de reprimir por impredecible, ya que aprovecha
cualquier organización previa, por difusa que sea, para convertirse en
movilizador", afirma Avishai Margalit, filósofo israelí y miembro del
Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en referencia a la
revolución contra el gobierno egipcio de Mubarak.
China es otra de las grandes murallas donde las nuevas tecnologías
también han abierto una brecha. El gobierno trabaja duro por mantener el
hermetismo y el control. Aún así, en el 20 aniversario de la matanza de
Tianamenn las imágenes de los estudiantes asesinados se pasearon por la
red. Cuba es otro ejemplo. Cada es más difícil mantener el muro de
contención.
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