Sociedad
Maltratos carcelarios
Iván García
La Habana 27-08-2012 - 10:49 am.
Sonia Garro y Niurka Luque están encarceladas desde marzo. Su historia
es una continuación de la de cientos de presos políticos y comunes.
Una tarde fría y con una llovizna persistente, me contaba el poeta y
periodista Raúl Rivero en su apartamento del barrio habanero La
Victoria, que lo peor de la cárcel era la hora del sueño.
Cada noche, mientras dormía en su húmeda celda de la prisión de
Canaleta, Ciego de Ávila, se sentía un hombre libre. En esas madrugadas
la fantasía saltaba la tapia y descorría con sigilo los candados chinos.
Entonces tomaba café con sus amigos, de golpe retornaban momentos
felices y compartía relajado con su madre, esposa e hijas.
Todo el encanto se quebraba al toque de campana y el paso atropellado de
botas militares anunciando el de pie o una requisa a fondo en la celda.
Para Rivero, dormir era lo más duro.
A los 75 presos de la primavera negra de 2003, los años de cárcel les
parecieron siglos. No eran delincuentes. Ni terroristas. No habían
violado ninguna ley que pusiera en peligro la seguridad nacional.
En juicios sumarios se les fabricó una sarta de necedades útiles al
gobierno de Fidel Castro. Sus armas eran la pluma y la palabra. Las
pruebas acusatorias presentadas ante la fiscalía fueron libros, máquinas
de escribir y ordenadores portátiles.
Oscar Elías Biscet durmió muchos años en una tremebunda celda de
castigo. Al salir de prisión, el periodista independiente Jorge Olivera
aparentaba tener veinte años más y cargaba un rosario de enfermedades.
Orlando Zapata murió en prisión producto de una huelga de hambre. Ariel
Sigler traspasó el umbral de su celda convertido en un guiñapo humano.
[El ex preso político Wilman Villar Mendoza, fallecido en prisión a los
31 años.] El ex preso político Wilman Villar Mendoza, fallecido en
prisión a los 31 años.
Cuando un hombre recto e íntegro sabe que no ha cometido delito y la
verdad está de su parte, es muy difícil de doblegar. Y no suele ser
doblegado por los interrogatorios al mejor estilo de la KGB, las
amenazas, humillaciones y castigos corporales.
En las prisiones donde cumplieron sus sanciones, los disidentes nunca
dejaron de reportar las brutalidades acaecidas dentro de los penales.
Pablo Pacheco, desde su galera en Canaleta y con la ayuda de amigos,
abrió un blog donde contaba relatos que parecían sacados de un libro de
horror.
La historia del presidio político en Cuba es terriblemente dolorosa.
Algún día, en una fecha señalada, guardaremos un minuto de silencio por
los prisioneros políticos fallecidos en cárceles de la isla.
Pero si rigurosa ha sido la cárcel para los opositores, qué decir de los
atropellos que reciben los presos comunes. Yoilán, de 26 años, ha
sufrido desde los 14 la severidad del sistema penal cubano.
Yoilán no se considera inocente. Fue un ratero. Se dedicaba a robar
dinero o artículos de valor a los turistas. Siendo un adolescente estuvo
en un centro de reeducación de menores.
"Los guardias del penal, ante cualquier indisciplina, te esposaban en la
reja y a patadas y con tonfas te golpeaban. A veces utilizaban
artefactos eléctricos de alto voltaje. Poco importaba que fuéramos casi
niños", recuerda.
En las cárceles de adultos, las golpizas y los malos tratos casi son una
norma. Está por saber el número de reclusos comunes fallecidos producto
de palizas propinadas por los vigilantes del penal.
Las prisiones no son hoteles. Pero los castigos corporales y ofensas
verbales por parte de quienes cuidan los penales deberían ser
prohibidos. Suficiente tienen esos hombres y mujeres que delinquieron
con purgar su sanción tras los barrotes de una celda.
Si hablamos de activistas como Sonia Garro, Ramón Alejandro Muñoz o
Niurka Luque, encarcelados desde mediados del mes de marzo, entonces la
injusticia es doble. Su único delito ha sido reclamar un puñado de
derechos en pacíficas protestas callejeras.
Por suerte, no son mayoría las naciones del planeta en las cuales se
puede ir a prisión por ser opositor político. China, Rusia, Corea del
Norte, Vietnam, Birmania y algún que otro estado africano, además de
Cuba. Es una vergüenza.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/12688-maltratos-carcelarios
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