El elefante y la hormiga
Martes, Agosto 28, 2012 | Por Leannes Imbert
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Era sábado en la mañana. Mis
planes para ir a nadar con mi pareja y librarme por un rato de tanto
trabajo, se desvanecieron cuando dos oficiales de la Seguridad del
Estado se aparecieron en mi casa para llevarme a "conversar" a una de
las tantas oficinas que tienen diseminadas por toda La Habana.
Después de media hora de viaje, llegamos a nuestro destino, donde nos
esperaba otro de los oficiales que "me atienden" (y no precisamente
porque sean médicos o camareros). Cada disidente u opositor cubano tiene
asignados oficiales de la Seguridad del Estado que lo "atienden".
Entramos a un cuarto de aquel lugar y comenzó la sesión.
No voy a aburrirlos contando los pormenores del interrogatorio, ni las
acusaciones y amenazas de que fui víctima. En una dictadura, lo más
natural es que repriman, amenacen y agredan a los disidentes. Lo que sí
me gustaría compartir con los lectores, es la peculiar advertencia que
me lanzó a quemarropa el más joven de los 3 oficiales, quien dijo
llamarse Yohan. Este personaje posee la certeza, compartida por muchos
de sus compañeros (y me gustaría que los cubanos reflexionaran al
respecto), de que los disidentes no podemos hacer nada contra un
gobierno "tan fuerte".
El oficial, que no excede los 30 años, hizo gala todo el tiempo de los
poderes que le corresponden, por ser miembro de la Seguridad del Estado.
Me espetó que yo y el resto de los opositores o disidentes estamos en
desventaja ante él y su gente, y que no podemos enfrentarnos a tanta
fuerza y poder. Me dijo, orgulloso, que "los opositores son un puñado de
individuos a los que nosotros, que somos el elefante en esta historia,
podemos aplastar como a hormigas".
Este pionero en el macabro arte de la represión, está convencido de que
quienes nos enfrentamos al régimen de la Isla somos sólo un puñado de
contrarrevolucionarios. Por otro lado, él cree realmente que por ser
ellos el elefante, no habrá manera de que nosotros, las indefensas
hormiguitas, podamos librarnos jamás de su omnipotencia.
Le conté entonces al bruto muchacho la fábula sobre otro elefante, como
él, creído de que por ser más grande, podría expulsar a una colonia de
hormigas de su territorio. Pero cuál no sería el desconcierto del
gigantesco paquidermo cuando, en lugar de obedecer y huir, miles de
diminutas hormigas treparon sobre aquella mole y, metiéndose dentro de
su trompa, sus ojos, sus orejas, obligaron por fin al gigante a correr,
derrotado y adolorido.
El interrogatorio y las amenazas de aquel sábado continuaron durante 8
horas. Mis represores me amenazaban, mientras yo, impávida, los miraba
fijamente y pensaba: "Pobres elefantes, grandes por gusto, no saben que
esta mujer,esta hormiga que ven aquí, y otras tantas hormigas que andan
por ahí, podemos soportar torturas y agresiones sin un parpadeo".
http://www.cubanet.org/articulos/el-elefante-y-la-hormiga/
No comments:
Post a Comment