El proceso de unificación monetaria y la transparencia
ELÍAS AMOR | Valencia | 23 Oct 2014 - 5:33 pm.
Amén de los cambios jurídicos e institucionales que necesita la economía
cubana para homologarse al resto del mundo, se enfrenta a
Hay quien no se quiere dar por enterado. En economía, la ausencia de
transparencia, la oscuridad no son buenos consejeros. Reducen la
credibilidad de quien se comporta de este modo, y produce desconfianza.
Esto es lo que se observa en relación con la unificación monetaria en
Cuba. Parece que se han olvidado. Nos llegan informaciones que la
contabilidad de las empresas continúa estimándose con ese procedimiento
aberrante que se llama "moneda total", y que la gente se está
acostumbrando a esperar. En definitiva, el proceso dirigido a la
eliminación de la dualidad monetaria en la economía castrista, sin duda
uno de los retos más ambiciosos del panorama de reformas raulistas, se
mantiene en la más absoluta oscuridad, sin que nadie sepa cuando se va a
producir la decisión final, ni de qué modo se va a realizar la
integración entre el CUC y el CUP.
Los expertos sostienen que no hay que esperar mucho de esta medida. Más
bien puede causar daños que perjuicios. La economía sigue sin estar
preparada. Y lo seguirá mientras no se aborden las cuestiones
institucionales y de base. Los cubanos se han acostumbrado a convivir
con las dos monedas desde 1994, y la agilidad mental de los cambios está
demostrada. El que piense que la economía puede mejorar su
funcionamiento con la unificación de las monedas, no va por buen camino.
Por el contrario, integrar dos monedas que responden a esquemas de
precios y rentas distintos, puede suponer un golpe definitivo sobre la
expectativa de que los llamados Lineamientos tengan alguna posibilidad
de mejorar la economía.
La gradualidad que se anunció para el proceso ha dado lugar a la
desesperanza y lo que es peor, la falta de información. Las empresas, en
su totalidad, propiedad del Estado, deberían estar preparadas para
funcionar con CUP con nuevas normas contables, pero subsisten dudas
sobre el alcance de las medidas y su aplicación efectiva por los
responsables de las organizaciones.
Un ejemplo de esa falta de transparencia se encuentra en el misterio con
que las autoridades se reservan el anunciado "Día Cero", que ha
provocado no pocas crisis de pánico hasta la fecha. La gente tiene miedo
a perder poder adquisitivo, conforme todo se denomine en una moneda que
se paga a razón de 1 por 25 la otra. Si los salarios no se incrementan
en la misma medida, el poder real de compra de los cubanos caerá en esa
medida cuando todos los artículos se denominen en la nueva moneda. Los
que tienen CUC deberán cambiar a CUP sus tenencias. En principio, no
parece que se vayan a ver especialmente afectados con la igualdad
monetaria si el cambio finalmente se establece en 1 a 25.
Pero las autoridades se pueden ver tentadas a optar por una posición
menos desfavorable a los cubanos que solo obtienen sus rentas en CUP (la
mayoría de la población) y llevar el cambio a un nivel intermedio, de 1
por 12, por ejemplo. Si este fuera el caso, los titulares de CUC habrían
perdido un 50% del valor de sus disponibilidades. El conjunto de la
población se enfrentaría a precios también elevados. Experiencias
confiscatorias de este tipo se han producido en la economía castrista
desde los tiempos lejanos y casi olvidados del Che Guevara. No hay
motivo alguno para pensar que no vuelvan a las mismas andadas.
Sin abordar los cambios jurídicos e institucionales que necesita la
economía cubana para homologarse al resto del mundo, varios problemas
tendrán que afrontar las autoridades con la unificación monetaria.
Primero, abordar la notable diferencia de mercados, productos, bienes y
servicios que existen actualmente entre lo que se compra en CUC y lo que
se puede adquirir con CUP. La ventaja de calidad y de variedad de
elección que se observa en los primeros, nada tiene que ver con los
restos del racionamiento castrista de los segundos y los subsidios que
se destinan a los mismos. Vamos a ver como resuelven esta situación en
la que, por primera vez en décadas, se cuestionará la ausencia de
mercado como instrumento de asignación de recursos en la economía.
Segundo, aunque el régimen ha dicho que no espera que se produzcan
incrementos de precios de los productos para la población, es difícil
que no se instalen procesos inflacionistas latentes en la economía, si
no se dan los pasos previos, preceptivos, para la liberalización de los
mercados de oferta, que permitan atender una demanda previsiblemente en
aumento. La capacidad de compra global se verá afectada si se instala
una secuencia de precios al alza, de complejas consecuencias sociales.
Tercero, la autorización experimental de los pagos en CUP en algunas
zonas que hasta la fecha estaban restringidas a las divisas y el CUC, no
ha dado los resultados previstos, y aunque es cierto que para la
población ha supuesto mayores posibilidades de elección, la sorpresa ha
sido comprobar que con CUP es muy limitado el conjunto de bienes y
servicios que están al alcance. Solo aquellos que reciben remesas del
exterior se han podido beneficiar de este proceso.
Cuarto, se ignora cuál es el papel que está desempeñando el Banco
Central de Cuba en todo el proceso. Una responsabilidad principal para
el órgano emisor de moneda, que de este modo, pierde toda su autonomía
de funcionamiento y se pone a disposición de las autoridades políticas,
como viene sucediendo en otras tantas parcelas del régimen castrista. Al
final, subsiste el temor que esa actuación pasiva del Banco, unida a la
ausencia de instrumentos efectivos de política monetaria para ejercer un
control de la cantidad de dinero, lleve al régimen a expandir la
circulación de dinero, con la emisión de billetes de mayor denominación,
como se ha informado recientemente. Por medio de esta medida se estaría
evitando el fenómeno llamado "carretilla de dinero" para cualquier pago,
como el que funcionó durante la República de Weimar, cuando los alemanes
tenían que pagar millones de marcos por una cajetilla de tabaco, por
ejemplo.
Al final quedará una sola moneda el CUP. Al parecer ya existe un acuerdo
político. Pero entonces, ¿se puede establecer una igualdad del CUP con
el dólar o el euro como se viene realizando actualmente con el CUC? Las
consecuencias que en determinadas economías de América Latina ha tenido
el proceso de equiparación de sus monedas con el dólar, han sido
desastrosas. En la década de los años 50 del siglo pasado, los cubanos
vivieron una época de esplendor en la que el peso cubano cotizaba en los
mercados mundiales por encima del dólar y pasaba a convertirse en moneda
refugio. ¿Creen los Castro que la unificar el CUC con el CUP, cuando se
les ocurra, van a conseguir esa misma equivalencia? ¿Es que acaso están
pensando ya en el día después del embargo?
Source: El proceso de unificación monetaria y la transparencia | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1414078439_10935.html
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