Miércoles, Abril 25, 2012 | Por Laritza Diversent
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El pasado 18 de marzo, Ramón
Alejandro Muñoz González y Sonia Garro Alfonso fueron detenidos en su
domicilio, en la barriada habanera de Marianao. Solanda Oña Trimillo,
vecina del matrimonio, desde el techo de su edificio, presenció el
operativo de la brigada antimotines.
"Desde la azotea de mi casa se divisaron perfectamente los disparos de
Cocorio", afirma Solanda, de 54 años, refiriéndose a Muñoz González,
esposo de la Dama de Blanco y miembro de la Fundación Afrocubana
Independiente.
A continuación su relato sobre los hechos que ocurrieron ese día:
"Ramón, el marido de Sonia, da espectáculos que duran horas y horas. A
plena luz del día y a todo pulmón, grita consignas antigubernamentales,
mientras golpea un balón de acetileno. La percusión se escucha a varias
cuadras de distancia.
Lo más molesto es su afición a lanzar lluvias de botellas. Él tira de
todo, hasta tubos de pantalla de televisores. Eso es peligroso y
contrario a lo que ellos reclaman. Si tú exiges que cese la violencia
policial, mi vida, como tú vas a caerle a botellazos a la Seguridad del
Estado.
Él le dice a la gente del barrio, 'quítense que voy'…, y no da tiempo a
casi nada. La gente dice que él está loco, pero yo creo que lo hace tal
vez por un problema de falta de nivel educacional. Cuando se da cuenta
de que pasó el límite, es porque ya cruzó la raya.
El público, no obstante, hasta disfruta a su manera el espectáculo. El
ambiente los estimula, lo que disfruta la gente es la violencia; en la
población hay mucha violencia contenida. Incluso creo que hasta a los
partidarios del gobierno les gusta en el fondo, pero la 'gozadera' se
complicó ese día".
Ramón se altera cuando algo le sucede a Sonia, que ese 18 de marzo salió
a la calle, pero los de la Seguridad le impidieron llegar a su destino.
Su hermana, Yamilé Garro, dice que la bajaron del ómnibus del transporte
público, y la obligaron a regresar a la casa.
Ramón empezó a sonar su balón de metal. Cuando lo hace, todos saben que
algo le sucedió a su mujer. Yo me asomé al balcón y vi los agentes de la
Seguridad del Estado. La gente los conoce por sus camisitas a cuadros y
además porque todos tiene el mismo tipo.
Los agentes se colocaron en los dos parques, entre los vendedores
particulares. Los letreros aparecieron. El matrimonio colgó un cartel en
el que, entre otras frases, se podía leer "Abajo Fidel, Viva Laura
Pollán". Sonia, en la calle, gritó algunas consignas contra el gobierno
y tiró papeles.
Nadie se atrevía a coger los papeles, pero sentí curiosidad; bajé y cogí
algunos, rápido y con disimulo. Los papeles decían Abajo el acoso a las
mujeres, Cese la violencia policial, Leche para los niños. Algunos
jóvenes también recogieron los volantes. Después supe que eran
estudiantes del Pedagógico Superior Varona.
Un rato después sentí un escándalo. Varios hombres, entre insultos,
desafiaban a Cocorio. Dos estaban vestidos de blanco y tenían aspecto de
religiosos. "Baja, porque te voy abrir –le decían-, aquí nunca se había
dado ese show".
Ramón es abakuá desde hace muchos años. El que sabe algo sobre esa
religión, sabe que cuando a un miembro le hacen ese tipo de insulto
públicamente, tiene que asumir.
Pero Cocorio no bajó. Cubierto con una bandera cubana, y con el machete
en una mano, lanzó una lluvia de botellas contra los de la Seguridad,
que lo miraban y corrieron.
Hubo un periodo de calma. Bajé a llenar mis vasijas de agua y vi
nuevamente a Cocorio en el portal, y, delante de él tenía varios
ladrillos. Crucé la calle a tomar café, y, de regreso, vi mucha gente.
Me asusté. "Oye compadre, corre, que vienen a buscar a Cocorio", gritó
un niño mientras corría.
Era una película. En el parque corrían muchas personas. Unos diez
uniformados trotaban alineados, en paralelo, con chalecos, ropas oscuras
y cascos. Detrás de ellos, venían dos vehículos.
Al unísono, sacaron unas armas de cañón largo y empuñadura corta. El
militar que iba en el centro, más adelantado, apuntó y tiró con
naturalidad, el resto lo imitó, estaban bien entrenados. Yo corrí
nuevamente al techo del edificio.
Sonia y Ramón se encerraron. Los uniformados sacaron escaleras y
subieron en segundos a la azotea de la casa. Yo vi a Cocorio de
espaldas, en el piso, esposado. Lo bajaron con violencia contenida. Al
rato, sacaron a Sonia y a otras personas que estaban en la casa".
Hasta aquí el relato de la vecina.
Después, llegó Pablo, el hermano de Ramón. Oficiales de Criminalística
tomaban imágenes y videos de la casa, pero sin sus moradores. Dos
oficiales retirados del Ministerio del Interior sirvieron como testigos,
aunque no pertenecían al Comité de Defensa de la Revolución del barrio.
Luego de firmar el acta de ocupación, un oficial de la Seguridad del
Estado, que se hizo llamar Camilo, le propuso a Pablo declarar en contra
de Ramón. "Yo no sigo la línea de ellos, pero ese es mi hermano", dijo
el hombre, de 55 años y mediana estatura.
Sonia Garro Alfonso se encuentra aun recluida en la prisión para mujeres
El Guatao, en el municipio de La Lisa. Intentan procesarla por un delito
de desorden público. Ramón está en una celda de castigo del Combinado
del Este y no le permiten realizar llamadas, porque se niega a vestir el
uniforme del penal.
Nadie sabe cómo la autoridades calificarán los escándalos de Cocorio.
Hasta la fecha se desconoce los cargos que le imputan. Algunos allegados
y amigos comentan que se le acusa de terrorismo, un delito contra la
Seguridad del Estado.
No comments:
Post a Comment