Wednesday, July 3, 2013

Una herida que no deja de sangrar ni un día

Una herida que no deja de sangrar ni un día
MIÉRCOLES, 03 DE JULIO DE 2013 02:45
ESCRITO POR FRANK CORREA

Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD) La Sección de Intereses de
los Estados Unidos en La Habana, situada en L y Malecón, es una herida
abierta en las venas de Cuba, adonde acuden todos los días cientos de
personas en busca del cuño salvador o el bálsamo de la visa que les
permita escapar de la pesadilla comunista que les acaba la vida.

Una significativa fuerza laboral, técnica, cultural y científica se
marcha todos los días en oleadas de nuestro país, buscando mejores
condiciones de vida y la realización de sus sueños. Se marchan hombres
preparados, mujeres bonitas, niños de las manos de sus padres, ancianos
a los que el reloj biológico les concede ese último viaje al reencuentro
de hijos y nietos, para que mueran en paz en tierra ajena.

Muchas historias vividas o escuchadas en los alrededores de la Sección
de Intereses, si no fuera por la tragedia que entrañan, pudieran
considerarse comedias, a veces con tintes de espectáculos de circo.
Algunos de los solicitantes de visas son aceptados para marcharse a la
vida apacible y feliz en el vecino país del norte, otros son rechazados
y tienen que regresar cabizbajos, llorosos y frustrados a sus casas.

Entre los privilegiados tengo amigos que ahora me escriben quejándose
porque tienen que trabajar como nunca imaginaron hacerlo en sus vidas,
solo para comer y pagar un sitio donde dormir. Equilibran sus cuitas con
las ventajas del sistema capitalista, y aunque no confiesan sentirse
arrepentidos, repiten como un estribillo que en Cuba dejaron casas,
autos y buenos empleos y ahora trabajan para pagar un sitio donde pasan
solamente pocas horas al día.

Otro amigo que se marchó recientemente, me envió una foto del asado del
domingo. Aparecía sonriente, con un delantal de cocinero, volteando
grandes filetes de res en una parrilla. La carne, perfectamente enfocada
por el lente, comenzaba a dorar y mi amigo la mostraba con orgullo. Pero
a la semana siguiente me envió otra foto del asado del otro domingo. Me
di cuenta de que era la misma foto: llevaba la misma ropa, eran los
mismos filetes, volteados y ya casi en su punto.

Uno que se marchó acogido al Programa de Refugiados, quiso impresionarme
con una foto de su llegada a Miami, donde aparecía junto a su nuevo auto
acabado de comprar el mismo día de su llegada a la ciudad del sol. Sentí
lástima por él cuando supe que era una foto impostada: su estancia en
Miami había sido solamente de un día en una escala, para luego seguir
camino a Kentucky, donde había sido ubicado por el Programa de Refugiados.

De esta gran herida se quejó una vez mi amigo, el presidente del Partido
por los Derechos Constitucionales, Ernesto Lavastida, un día en que la
concurrencia para entrevistas con los cónsules americanos era tan grande
que desbordaba el parque frente a la funeraria de Calzada y K, y también
las calles aledañas a la SINA.

Lavastida fue asistido aquella mañana por un instante de alegoría y
subió a un banco del parque para lanzar una arenga. Predicó en voz alta:

- ¡¿Por qué en vez de marcharse y darle la espalda a la lucha, no me
acompañan en una marcha hasta la plaza de la Revolución, a exigir en
masa la libertad y el decoro ausentes en la patria sufrida...?!

Todos se apartaron rápidamente del activista como si fuera un bicho, o
un enfermo que los fuera a contagiar con un virus. Lo dejaron solo,
subido en el banco con su exhortación patriótica a medias. Se fueron
bien lejos de él, a la acera de enfrente. Lavastida admitió que no había
nada que hacer con ellos, solo verlos partir y desearles buena suerte
con sus destinos.

Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com

Source: "Una herida que no deja de sangrar ni un día | Cuba noticias
actualidad.Periodismo independiente." -
http://www.primaveradigital.org/primavera/destacados/117-politica/7904-una-herida-que-no-deja-de-sangrar-ni-un-dia.html

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