Sunday, July 21, 2013

Ni terroristas, ni comunistas, solamente traicionados

Ni terroristas, ni comunistas, solamente traicionados
Jueves, Julio 11, 2013 | Por Mario J. Viera

MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org - Escucho y leo a menudo lo que
en gran parte del exilio y de la oposición se habla de los miembros de
la resistencia antibatistiana. Por lo general son marcados con los
peores tintes políticos, sin omitir el calificativo de terroristas y
hasta de acusarles de ser responsables del sistema que se implantara en
Cuba tras la fuga del dictador Fulgencio Batista.

Lo que hoy se considera como actos terroristas no era calificado así
durante la primera parte del Siglo XX, se trataba de medios informales
de lucha, tal vez sangrientos; sí, violentos, pero era el medio de
enfrentarse a las fuerzas represivas poderosas e inescrupulosas. Así
ocurrió durante nuestras lides emancipadoras. Machete y tea contra el
poder colonial. En Bayamo de 1868 los insurrectos decidieron incendiar
la ciudad y lo decidieron por todos sus habitantes. Este acto podría
calificarse con los valores del presente como una acción terrorista.

Durante la lucha de grupos clandestinos contra el régimen de Gerardo
Machado, se hizo estallar petardos, se recurría a ejecuciones
extrajudiciales y corría la sangre. No recuerdo haber escuchado un
comentario descalificando a los revolucionarios del 33. Y el ejemplo del
33 estaba inmerso en el imaginario popular; como estaba coligado el
recuerdo de los movimientos de resistencia anti nazi de Europa, apenas
una década antes.

A los militantes del Directorio Revolucionario, de la Organización
Auténtica y del Movimiento 26 de Julio lo más suave que de todos ellos,
sin excepción se dice es que eran aventureros, es decir gente que
disfrutaba la descarga de adrenalina que provoca cualquier situación
donde se arriesga la vida. Nada de ideales en su comportamiento, solo
amor por el peligro, por la acción, así se les ve cuando se les trata
con mayor suavidad.

Muchos entregaron sus vidas valientemente, en un calabozo o en la vía
pública luchando por lo que creían justo y correcto; por lo que creían
era un deber patriótico. Esos que murieron jamás pudieron imaginar que
en Cuba, gracias a su sangre, se establecería un poder totalitario.

Conocí a muchos miembros del clandestinaje, ninguno era comunista, una
gran parte de ellos eran católicos practicantes, casi todos de
extracción modesta o de clase media. De los comunistas que en esa época
conocí, ninguno combatió al batistato con métodos insurreccionales.
Estos últimos se agazapaban para luego, tras la victoria intentar la
manipulación de los revolucionarios. Ellos, junto a Fidel Castro
conspiraron para traicionar a la revolución, ellos condujeron al país
hacia el dominio de un poder autócrata, totalitario.

La población, en general, respetaba a los jóvenes de la lucha
clandestina, incluso les admiraban y en muchas ocasiones les protegían y
hasta les ofrecían refugio.

Mientras la juventud se desangraba en ciudades, pueblos y bateyes, en la
Sierra Maestra se fraguaba la traición de una revolución que aspiraba a
restituir en todo su alcance la Constitución de 1940, el adecentamiento
de los poderes públicos, el flujo de la democracia y la apertura de una
puerta de esperanzas de superación para los emprendedores.

Los que cayeron, cayeron como héroes, los que sobrevivieron, algunos se
unieron al carro del poder, otros se rebelaron contra la traición
castrista y le combatieron con los mismos métodos que antes emplearan
para combatir al régimen de Batista, muchos defraudados abandonaron el
país, otros que se negaron a colaborar con la nueva dictadura pero sin
emplear la violencia terminaron cumpliendo largas penas de prisión sin
faltar los que tuvieron que enfrentar el paredón de fusilamiento.

Nombres muy respetados son ejemplos de esta aseveración. Resalta el
nombre del comandante de la Sierra Maestra Huber Matos; del
expedicionario del Granma y asaltante al Cuartel Moncada, Mario Chanes
de Armas; del asaltante al Cuartel Moncada Gustavo Arcos Bergnes; del
inolvidable Pedro Luis Boitel, ninguno fue comunista.

Ni José Antonio Echevarría, ni Frank País, ni Sergio González, el
Curita, ni Fructuoso Rodríguez, ni Joe Wesrbrook, Carbó Serviá,
Arístides Viera González (Mingolo) o los menos conocidos como Andrés
Torres (Cañeco), y los tantos que formaron filas en las acciones
insurreccionales y perdieran la vida, ninguno de ellos son culpables de
la traición de Fidel Castro.

Source: "Ni terroristas, ni comunistas, solamente traicionados |
Cubanet" -
http://www.cubanet.org/opiniones/ni-terroristas-ni-comunistas-solamente-traicionados/

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