Wednesday, July 10, 2013

La Cuba de Fidel va dejando de ser la Cuba actual

"La Cuba de Fidel va dejando de ser la Cuba actual"
El escritor cubano Leonardo Padura cree que ya se están produciendo
cambios relevantes en la sociedad cubana, aunque de momento sean
demasiado lentos
- "Fidel es un mito desde hace muchos años, pero ahora es un mito que
está detenido en el tiempo, porque muchas de las reformas que se están
haciendo van en contra de las políticas que él estableció"
- "Hay una generación que ha crecido en la crisis y que políticamente
tiene menos compromisos con aquel romanticismo revolucionario que tuvo
la generación de sus abuelos o sus padres"
Paula Corroto Follow @paucorroto - Gijón
09/07/2013 - 19:53h

Hace quince años, el escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955)
pisó por primera vez la Semana Negra de Gijón. Lo hizo como periodista
para el periódico Juventud rebelde y pudo conocer a autores como Manuel
Vázquez Montalbán, Andreu Martin o Juan Madrid. Ahora ha regresado para
presentar su novela El hombre que amaba a los perros, una reflexión
sobre el asesinato de Leon Trotsky a manos de Ramón Mercader.

Padura también es autor de una serie de novelas negras protagonizadas
por el detective Mario Conde. En ellas indaga en la sociedad cubana,
apunta a sus debilidades y señala los cambios que deberían producirse,
como un mayor acceso a Internet. El escritor, al que muchos dentro y
fuera de Cuba critican por su posición independiente, apunta en esta
entrevista que su país está en un momento de cambio de ciclo, que Fidel
es un mito en dique seco y que es necesaria una reformulación de los
objetivos de la izquierda.

¿Qué cambios se están observando en Cuba con las últimas reformas del
Gobierno de Raúl Castro?

Hay cambios en la economía, en la sociedad y se van a producir cambios
en la política. Cuándo estos cambios en la política van a ser más
profundos no lo podría decir, aunque en 2018 terminará el periodo de
Raúl Castro al frente del Gobierno. Eso va a provocar un cambio político
evidente, por lo menos generacional. Ya hay cambios económicos y
sociales, ha habido leyes que se han aprobado o estados legales que se
han modificado como la posibilidad de los cubanos de viajar al
extranjero, que me parece muy importante. Es un momento también
complicado porque los destinos habituales de los cubanos son España,
México y Estados Unidos. Venir ahora a España es un poquito complicado,
llegar a Estados Unidos es complicado por el tema de los visados, y
México puede ser complicado incluso si lo pretendes utilizar como puente
para llegar a EEUU.

En lo social se está produciendo un cambio, que creo que es lo más
novedoso y es que la sociedad cubana, de un proyecto homogéneo,
totalitario, se está empezando a estirar y están apareciendo estratos
sociales, que tienen mucho que ver con estos pequeños negocios, con la
relación con el dólar. Si tienes una hermana en EEUU que te manda cien
dólares mensuales, lo cual es cuatro veces nuestro salario como
periodista, tu relación con el trabajo y con la vida cambia de una
manera bastante profunda. Y ese es uno de los problemas: se está
produciendo una diferenciación en la sociedad cubana.

¿La apertura de las reformas puede llevar a cambios cuando termine el
mandato de Raúl que agudicen estas diferencias?

Todo puede pasar. No sé si el modelo que se va a seguir en el futuro va
a ser el chino, el vietnamita o el ruso. El Gobierno de Raúl Castro ha
tratado de ser muy cauteloso en cuanto a la velocidad y profundidad de
los cambios. A veces nos exasperamos con esa lentitud, sobre todo porque
la vida de las personas en Cuba ha sido muy difícil en los últimos 25
años. Y la gente necesita otra respiración. Hay una generación que ha
crecido en la crisis. Una generación que políticamente tiene menos
compromisos con aquel romanticismo revolucionario que tuvo la generación
de sus abuelos o sus padres. Por lo tanto esa gente está pidiendo que se
produzcan cambios y lleguen sus oportunidades.

No es lógica una sociedad donde un médico, para ganar un salario
decente, tenga que aspirar a ir a trabajar a Venezuela, Bolivia o
Uganda, porque lo que gana en Cuba es lo mismo que el periodista y no le
alcanza para vivir. Eso genera un cansancio y una ansiedad con respecto
a los cambios. Si estos van a tener un carácter liberal no lo sabemos,
pero hay un problema esencial y es que el modelo económico cubano tal y
como se ha planteado hasta ahora es ineficiente y retrógrado. Y ahí es
donde hay que aplicar los mayores cambios.

¿Se acabó la figura de Fidel como mito revolucionario?

Fidel es un mito desde hace muchos años, pero ahora es un mito que está
detenido en el tiempo, porque muchas de las reformas que se están
haciendo van en contra de las políticas que él estableció. La Cuba de
Fidel va dejando de ser la Cuba actual. Todos estos cambios que están
ocurriendo no fueron alentados por Fidel sino por Raúl a partir de la
enfermedad y la salida del poder de Fidel. Por tanto, la gente ahora
piensa más en lo que está haciendo Raúl que en lo que hizo Fidel, y su
figura ha quedado como una presencia que existe, pero no decide.

En novelas como 'El hombre que amaba a los perros' usted habla de la
sociedad cubana y los cambios que debería haber. Hay otras personas,
como la bloguera Yoani Sánchez, que también critican las políticas de
Cuba. ¿Qué opinión tiene de este tipo de críticas?

La crítica es un elemento esencial para el movimiento de una sociedad.
El caso cubano lo ha demostrado. Con una prensa estatizada, en manos del
Estado, que únicamente habla a favor del Estado, el punto de reflexión
necesario no existe. Hay personas que escriben desde posiciones
ultracríticas o menos críticas, pero ha empezado a surgir desde los
blogs y otros espacios alternativos como dos publicaciones de la Iglesia
Católica, Espacio Laical y Palabra Nueva, una voluntad de pensamiento
alternativo. Incluso está ocurriendo algo sintomático y es que el propio
Gobierno le está pidiendo a la prensa que cambie y que no haga solo un
trabajo de propaganda. Los periódicos cubanos hacían una propaganda del
sistema, no una reflexión sobre la sociedad.

En Cuba hay buenos profesionales de la prensa, pero creo que hay una
política informativa equivocada, y lo que ha ocurrido es tan
contradictorio como que hay un grupo muy importante de personas que se
informan fundamentalmente por las emisoras de televisión de Miami. Es
decir, pretendiendo un control absoluto de la información se ha llegado
al extremo completamente opuesto, y es que las personas se informen por
fuentes completamente diferentes a las que desearía o pretendió el
Gobierno cubano.

¿Internet es accesible?

Lo es, pero a precios muy elevados. La hora de comunicación a Internet
son 4,50 pesos convertibles, alrededor de seis dólares, y si un
periodista gana alrededor de 20 dólares, echa la cuenta. Para una
persona particular, el acceso a Internet es muy complicado. No llega a
las casas, solo cibercafés que se han abierto en las ciudades. Pero es
imprescindible un acceso mucho más abierto a Internet para la sociedad
cubana, y no solo por la información como piensa el Gobierno, sino
también por el conocimiento, por la relación con el mundo. Una sociedad
contemporánea no se puede desarrollar ni cambiar de espaldas a Internet.
El Gobierno cubano tiene que tener conciencia de eso, y debe haber
voluntad política para ello.

¿Se ha sentido criticado en Cuba por lo que cuenta en sus novelas o dice
en las entrevistas? ¿Le influye o le molestan esas críticas?

Sí, ha habido algunos ataques por los fundamentalistas de siempre, pero
por esas mismas palabras que me atacan desde dentro también me atacan
desde fuera. A veces me hace sentirme muy mal, porque creo que he
tratado de ser lo más justo y abierto en mis análisis sobre la realidad
cubana, y sin embargo, esos fundamentalistas de dentro y de fuera, con
sus extremismos políticos no admiten alternativa. O piensas como ellos o
estás descalificado. Llegan a los extremos del absurdo. A veces me
molesta porque utilizan mi nombre para la notoriedad. Y tengo una
posición muy delicada, pero a la que no voy a renunciar, porque he
trabajado mucho por ella y es una posición independiente. Yo no milito
en ningún movimiento político ni de una tendencia ni de la otra, y creo
que justamente esa independencia es la que me ha permitido escribir
estas novelas y hacer el periodismo que hago.

¿Leyeron muchos cubanos 'El hombre que amaba a los perros'? Creo que
estaba a un euro, al cambio.

Sí, la edición cubana salía a un euro. Se hicieron dos ediciones de
4.000-5.000 ejemplares. Pero desde el principio mucha gente pidió a
amigos o familiares en España o en México que le mandaran ejemplares, y
mucha gente ya la había leído cuando salió la edición cubana. Y ha sido
muy gratificante porque muchas personas me han escrito correos, me han
hablado en la calle y me han dicho que agradecen que yo haya escrito esa
novela porque les ha permitido, no solo conocer una parte de la
Historia, sino también una parte de su propia historia que ellos no
conocían.

Durante el mandato de Hugo Chávez, Cuba y Venezuela tuvieron una
relación muy estrecha. ¿Va a cambiar con Nicolás Maduro?

Parece que esencialmente no. Es una colaboración que políticamente es
importante para Cuba y Venezuela. Existen varios planes de desarrollo
importantes en Cuba que han surgido a partir de la relación con
Venezuela, con países como Brasil, sobre todo, que está haciendo una
gran inversión en infraestructura en Cuba.

Cuando acabe el mandato de Raúl, ¿puede darse una situación como la que
ha vivido Venezuela con la muerte de Chávez?

Pudiera pasar. En Cuba, cuando tratas de hacer predicciones de futuro es
como si fueras un cartomántico, pero ese juego de cartas está incompleto
porque te falta información. Es difícil predecir. Lo que estoy seguro es
que van a ocurrir cambios.

Antes decía que había recibido críticas de los fundamentalistas. ¿Es ese
el lastre de la izquierda?

Yo creo que la izquierda a nivel internacional, no solamente en Cuba,
necesita reformular sus objetivos. No se puede hablar de un socialismo
del siglo XXI pensando en el socialismo del siglo XX porque estarías
pensando en un fracaso, en tratar de resucitar un cadáver. Creo que
falta un pensamiento teórico por parte de la izquierda internacional en
estos momentos. En el caso europeo es evidente que hay una
inconsistencia por parte de la izquierda. A mí no me gusta hablar de las
actitudes de otros países porque a veces el desconocimiento te puede
hacer que cometas una injusticia. Como tampoco me gusta que una persona
vaya a Cuba una semana y salga profetizando y diciéndote a ti que eres
cubano qué cosa es Cuba. Pero la percepción que tengo es que, sobre todo
en Europa, la izquierda tiene que replantearse su función, su proyección
y encontrar caminos que pueden llevarla a tener un espacio social que es
necesario y merece.

¿Cómo es el socialismo del siglo XXI?

No sé exactamente cuáles son sus fundamentos. Es más bien un eslogan que
una teoría. Quien habló del socialismo del siglo XXI fue Chávez en el
proceso que se está siguiendo en Venezuela, que es muy peculiar por sus
cambios sociales, pero que no tiene la profundidad del socialismo que se
practicó en el siglo XX, porque sigue existiendo la empresa privada y
todo un sector de lo que tradicionalmente se llamó burguesía en
Venezuela. Lo que sí está ocurriendo es que ha habido programas sociales
de beneficio de grandes masas. A veces se considera populismo, pero la
situación de muchas personas en países como Venezuela, Ecuador o Brasil
ha cambiado gracias a esas políticas sociales de Gobiernos como el de
Chávez, Correa o Lula.

Viniendo de Cuba, ¿cómo observa la situación que vive España?

La situación española en Cuba tiene diversas lecturas. La oficial es la
de la crisis a la que ha llegado el país por toda una serie de políticas
neoliberales. Yo viajo con mucha frecuencia a España y me siento muy
preocupado y triste con lo que está ocurriendo. Tengo amigos que han
perdido el trabajo y tienen una situación económica complicada. El mundo
del libro y de la cultura se ha visto afectado y disminuido. Y también
esto está ocurriendo en un momento muy especial de la historia de la
humanidad. Estamos viviendo un cambio de era, de la era moderna a la era
digital, y eso significa que hay toda una serie de códigos y manera de
comunicarse, de hacer política, que están cambiando. Esto produce
inevitablemente una contracción que puede ser dolorosa, y lo está siendo
en ciertos países de Europa como España. Confío en que España tenga
suficiente fuerzas e inteligencia para superar esta crisis. No va a ser
inmediato, a veces uno se impone ser optimista, me ocurre lo mismo en
Cuba. Algo bueno tiene que salir de lo más doloroso, y creo que en
España tal vez ocurra lo mismo. Las crisis que hemos vivido van a
provocar que los países que salgan de ellas sean distintos a los países
que entraron. Las sociedades van a ser diferentes. Cuánto mejor o peor
no podría decirlo.

¿Cómo es ahora la relación de Cuba con España? Siempre que ha gobernado
el PP ha habido problemas.

A diferencia de lo que ocurrió en el periodo de Aznar, que fue un
periodo de enfrentamiento, con el Gobierno de Rajoy las relaciones se
han mantenido. Tal vez el nivel haya bajado con respecto a la época de
Zapatero, pero no ha habido agresividad. Creo que tanto el PP como el
Gobierno de Raúl Castro han aprendido una lección y es que los
enfrentamientos entre Cuba y España son enfrentamientos traumáticos en
la medida en que es una familia la que se está peleando. Cuando ocurrían
las peores crisis entre Cuba y España, si hubiera sido entre otros dos
países, habría habido ruptura de relaciones, pero aquí se dejaba pasar
el tiempo para que las aguas tomaran su nivel, porque la política no
puede ser la única que dicte el resultado de esas relaciones. En estos
momentos la embajada española en La Habana está haciendo toda una labor
cultural muy activa que no hubiera podido hacer en la época de Aznar. Y
eso matiza las relaciones entre Cuba y España.

Regresa ahora en septiembre con el detective Mario Conde.

Sí, Herejes sale en septiembre. Recupero a Conde, pero es una novela muy
distinta a las novelas anteriores. Mezclo el policial y lo histórico.
Trato de llevar el género policial hasta su extremo. Violo muchísimos
códigos, reglas que existen en la novela policial y me voy a la Historia
para desarrollar una parte del libro. Todo comienza en Amsterdam en la
época de Rembrandt y termina en La Habana en 2008, con personajes de
diferentes culturas, pero todos con una relación importante con el
ejercicio de la libertad individual. Es una novela sobre los riesgos que
entraña la práctica de la libertad de los individuos en determinadas
sociedades que incluso dicen ser muy libres.

Una libertad individual que no es tan real.

La libertad individual se ha entendido muy mal. Hay muchas sociedades
que se consideran muy abiertas y democráticas, en las cuales cuando el
individuo llega a un punto de práctica de libertad individual, surgen
los fundamentalistas de siempre que coartan a la libertad del individuo,
por motivos políticos, sexuales, religiosos, económicos... Ejercer la
libertad individual siempre es arriesgado.

¿Usted se siente libre con el ejercicio literario?

Sí, a mí la literatura me libera de muchas de las preocupaciones que
tengo. Como no hago militancia política, creo en el poder civil de la
literatura y el periodismo, y desde mi escritura hago mi labor como
ciudadano. Por eso me interesa tanto cuando escribo referirme a
realidades concretas, tratar de tocar el fondo de esas realidades y
además hacerlo de la manera artística y estética más profunda que yo
pueda lograr.

Pero con la situación global que vivimos, ¿no toca volver a lo colectivo?

Creo que sí, creo que las miradas colectivas son más abarcadoras y
poderosas que las individuales, pero siempre que esa posibilidad de
trabajar en colectivo no signifique coartar esas libertades individuales
de encontrar o creer encontrar soluciones a las que todos tenemos derecho.

Source: ""La Cuba de Fidel va dejando de ser la Cuba actual"" -
http://www.eldiario.es/internacional/Cuba-Fidel-va-dejando-actual_0_151885465.html

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