Thursday, November 10, 2016

Nuevas prohibiciones a negocios gastronómicos en La Habana

Nuevas prohibiciones a negocios gastronómicos en La Habana
Por: Iván García Quintero

Siete años atrás, en la barriada de La Víbora, al sur de La Habana, no
existían restaurantes ni bares privados. Solo una pizzería particular en
la Avenida Acosta y varias personas que vendían comida, casi ninguno sin
licencia.
Ése era el panorama en 2009. La gastronomía estatal administraba un
restaurante, El Asia, una mugrienta pizzería y una heladería denominada
El Coppelita, al lado y frente al antiguo paradero de ómnibus.
No muy lejos del paradero, administraba dos panaderías en divisas, tres
cafeterías sin pretensiones que en bandejas de aluminio exhibían
colecciones de panes y moscas, y dos bares hediondos donde concurrían
delincuentes y alcohólicos desahuciados. Para comer decentemente había
que ir al Vedado o Miramar.
"A pesar de ser Diez de Octubre el municipio con más habitantes de La
Habana, no existía un restaurant de calidad. A mediados de los años 90
se abrieron las primeras paladares. Pero, debido a las regulaciones
impositivas y el acoso del gobierno, al poco tiempo cerraron", recuerda
Odalys.
Era difícil comer de noche en la zona. Después de 2010, cuando el
régimen de Raúl Castro flexibilizó el trabajo por cuenta propia, un
ramillete de cafeterías y pizzerías brotaron como flores.
En 2016, desde la Calzada Diez de Octubre y Santa Catalina hasta Acosta
y Heredia, se han abierto no menos de nueve paladares de mediano y alto
estándar, decenas de cafeterías, heladerías, pizzerías, cinco bares y
media docena de puestos ambulantes que venden panes y galletas, todos
privados.
Los choferes de las rutas de taxis que salen de la calle Acosta y Poey,
suelen almorzar en el negocio de la familia Ortiz, donde por 40 pesos se
come una ración abundante de arroz frito, vianda de ocasión, ensalada y
fricasé de cerdo.
En el antiguo bar Heredia, sucio y derruido, levantaron una cafetería
que oferta pizzas, espaguetis y sandwiches. Sus meseras, todas jóvenes,
visten pantalones negros, pulóver amarillo y viseras blancas. Ganan diez
cuc diarios, sin incluir la propina.
Con las ganancias obtenidas, su dueño compró una casa en las
inmediaciones y el año pasado abrió La Fondita, un restaurante donde por
seis cuc se pueden comer alimentos preparados por un chef con años de
experiencia.
Al lado del cafetería Heredia, abrieron La Cueva, un bar-restaurente
oferta comida italiana, internacional y criolla. Tiene una barra bien
surtida y los fines de semana presentan actores humorísticos de calibre.
Las personas de bolsillos amplios pueden cenar en Villa Hernández, una
casona restaurada minuciosamente y con un variado y extenso menú.
Cafeterías, heladerías y restaurantes tienen buena clientela y sus
dueños ganan dinero, aunque no tanto como presume el régimen. Lo
suficiente para mejorar sus negocios y mantener a sus familias.
Roberto, ex propietario de una pizzería, ya veía venir las nuevas
disposiciones anunciadas el lunes 17 de octubre por la agencia Reuters y
que los medios oficiales aún no han reportado.
"Entre el acoso de los inspectores y las prohibiciones absurdas, preferí
cerrar el negocio. No podía vender productos elaborados con mayonesa y
con frecuencia los funcionarios corruptos me ponían multas. Un amigo que
trabaja en la ONAT (Oficina Nacional de la Administración Tributaria),
ya me había advertido que iban a subir los impuestos a los negocios
gastronómicos, comenzarían a exigir vales de compras en tiendas del
Estado y no autorizarían abrir nuevas paladares", comenta Roberto.
La nueva medida anunciada, al parecer temporalmente y solo en La Habana,
despierta suspicacias. "Siempre es igual. El gobierno te da cordel hasta
que le conviene, luego te cortan las alas. El problema es uno solo: esta
gente (el régimen) no quiere que los cubanos hagan dinero y acumulen
riquezas", dice Augusto, dueño de un café que instaló en el portal de su
casa.
Eusebio, economista, ve con preocupación la nueva medida. "A todas luces
es un retroceso. No creo que el gobierno prohíba definitivamente los
emprendimientos gastronómicos. Pero existe un limbo, el Estado lo sabe y
dejó actuar, nunca se preguntó de dónde salía dinero para abrir el
negocio o se compraban los alimentos. Es verdad que las normativas de
las 50 sillas y comprobantes para los insumos no son novedosos. Pero no
se aplicaban. El primer incumplidor es el gobierno, que siete años
después de la ampliación de los trabajos particulares todavía no ha
abierto mercados mayoristas. Si es una ofensiva para frenar los negocios
privados, el descontento social podría aumentar".
Danilo, graduado de ciencias sociales, considera que las autoridades
juegan con las cartas bocarriba. "Los que se hicieron ilusión realmente
desconocen la naturaleza del sistema. En los lineamientos aprobados en
el último congreso del partido, el régimen habla alto y claro: no vamos
a permitir la acumulación de capital y propiedades. Desde la ofensiva
revolucionaria de 1968, el Estado no comulga con las iniciativas
privadas. A veces se hacen los de la vista gorda, de acuerdo a las
circunstancias económicas, pero al final terminan prohibiéndolos, o lo
que es peor, penalizándolos. Recuerden la arremetida contra los mercados
agropecuarios y artesanos particulares en los años 80".
Aunque en sus discursos el general Raúl Castro repite que el trabajo por
cuenta propia llegó para quedarse, el gobierno sigue viendo a los
propietarios de pequeños negocios como presuntos delincuentes.
A falta de un marco jurídico coherente, las microempresas y medianos
negocios se ven obligados a violar la ley. Casi todos, si quieren
prosperar, llevan doble contabilidad y adquieren productos en el mercado
negro.
"Si compro el kilogramo de queso a diez cuc y la libra de carne de res
de primera a once cuc, ¿a cuánto tengo que vender entonces las pizzas o
un bistec?", se pregunta el dueño de una cafetería al oeste de la capital.
Un funcionario de la ONAT que prefirió el anonimato señala que "estas
nuevas regulaciones abarcarán otros sectores como el de hospedaje y el
transporte. Los negocios más lucrativos están siendo revisados con lupa
por las autoridades".
Al preguntarle los motivos, respondió: "Un poco de todo. Desde la nueva
etapa de austeridad económica hasta una excusa para que un grupo de
personas no acumule mucho dinero. No lo van a permitir. Es el poder lo
que está en juego".

Source: Nuevas prohibiciones a negocios gastronómicos en La Habana - -
http://vozdesdeeldestierro.juancarlosherreraacosta.over-blog.es/2016/11/nuevas-prohibiciones-a-negocios-gastronomicos-en-la-habana.html?utm_source=flux&utm_medium=flux-rss&utm_campaign=politics

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