Saturday, November 19, 2016

No quiero que me malinterpreten

'No quiero que me malinterpreten'
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 19 de Noviembre de 2016 -
00:33 CET.

Anteayer, 16 de noviembre, aniversario de la fundación de La Habana, se
celebró la Asamblea de Rendición de Cuentas del delegado del Poder
Popular de la circunscripción donde vivo, en la barriada del Vedado. Se
cantó el himno nacional y los asistentes e invitados fueron presentados.

Se mencionó a unos directivos de Salud Pública, a un representante del
Partido Comunista (PCC), a otro de los CDR, a un funcionario del Poder
Popular, a un representante de la Asociación de Combatientes y a otros
personajes sin importancia. Solo hubo alguien que no fue mencionado. En
un oscuro rincón apareció un policía de completo uniforme, a todas luces
llevado allí como elemento de intimidación.

Justo detrás de mí se ubicaron el funcionario del PCC, el policía y
otras personas listas para lanzárseme encima en caso de que yo osara
alterar el orden y buen desempeño de la aburrida reunión.

Una vecina planteó apasionadamente los problemas ya tradicionales de
nuestro maltratado edificio. El único detalle que empañó su alegato fue
una expresión repetida en forma plañidera una buena decena de veces: "no
quiero que me malinterpreten".

De nada valieron el historial "revolucionario" de la vecina o su
sostenida actitud a favor del socialismo y de Fidel y Raúl Castro;
tampoco la presencia policial ni la de los funcionarios y algún que otro
oficial encubierto del Departamento de Seguridad del Estado: a pesar de
todo, la vecina fue aplaudida.

La presión que ejerce sobre las autoridades la presencia de un opositor
—declarado liberal y por ende anticomunista— en las asambleas de
rendición de cuentas del Poder Popular ya trasciende a la población, por
lo que se vio a una delegada a la defensiva frente a planteamientos
inocuos, y a un público nervioso que sigue esperando por una institución
que ya no da sino lástima.

La puesta en escena, la retórica marxista, las alabanzas al fracasado
liderazgo revolucionario, las justificaciones, las promesas y la culpa
al embargo de EEUU son la continuidad de las ineficiencias del sistema.

No obstante, hay que reconocer que muchas personas crédulas han hecho lo
que han podido y que solo la presión de las fuerzas pro democracia y pro
mercado, con su presencia en estas reuniones, les demuestra que están
equivocadas y que es una vergüenza seguir sosteniendo a un sistema
fracasado, que criminaliza el pensamiento diferente y llega al extremo
de apostar policías en asambleas de vecinos.

La opinión generalizada, aunque no dicha en voz alta, es que estas
reuniones son más de lo mismo. Sin embargo, sigue sin aceptarse que la
solución solo depende de la participación de quienes difieren, sin la
amenaza de que alguien pueda "malinterpretar" lo que se dice y el
ejercicio de la palabra se convierta en un calvario que pocos estén
dispuestos a sufrir.

El modelo concebido para perpetuarse en el poder sin solucionar nada va
a tener el mismo fin que cualquier obra humana, y cuando esto ocurra,
los cubanos acostumbrados a ocultar lo que piensan se enfrentarán a la
difícil tarea de debatir sus ideas en público, sin hacer caso al policía
interno que llevan dentro y que insistirá en mantenerse al acecho de
cualquier pensamientos "incorrecto".

Esta cultura de la intolerancia a las ideas ajenas no es solo patrimonio
de los comunistas. Lo más difícil para los cubanos será aprender a vivir
en una sociedad sin miedos y sin odios, donde no haya que pedir
disculpas por expresarse ni la policía vigile una reunión de inquilinos.

Source: 'No quiero que me malinterpreten' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1479498944_26836.html

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