Sunday, December 4, 2016

Cuba perpetúa el mito de Fidel Castro

Cuba perpetúa el mito de Fidel Castro
El sepelio de las cenizas del líder revolucionario se realiza esta
mañana a puerta cerrada, sin público ni prensa. Las primeras imagenes
logradas por reporteros muestran un sobria tumba con forma de roca. El
emplazamiento de su mausoleo cerca del héroe nacional José Martí desata
la controversia simbólica
Santiago de Cuba 4 DIC 2016 - 17:53 CET

A puerta cerrada y sin imágenes en directo, la urna de cedro con las
cenizas de Fidel Castro ha sido depositada este domingo 4 de diciembre
en el mausoleo que, en previsión de su muerte, fue construido con sigilo
de secreto de Estado en Santiago de Cuba, la capital del Oriente cubano,
la región donde nació Castro, desde la que lanzó a sus barbudos contra
Batista y cuyo cementerio de Santa Ifigenia es el camposanto del
nacionalismo cubano. Las primeras fotografías logradas por reporteros
muestran una sobria tumba con forma de roca con una placa cuadrada que
lee: "Fidel".

El sepelio empezó a las siete de la mañana en el calurosísimo Santiago y
se prevé que al menos hasta después de la ceremonia no habrá acceso para
público y prensa. Al funeral ha asistido una treintena de personas entre
familia y altos mandos. No hubo discursos. El líder político que
probablemente más horas de alocuciones acumuló en el siglo XX, fue
despedido sin palabras.

Anoche tuvo lugar en Santiago el último acto masivo de homenaje. En su
discurso final, el presidente Raúl Castro dijo: "Juramos defender la
patria y el socialismo". Con uniforme militar, el hermano menor de Fidel
glosó su legado tocando un rango amplio de temas, desde la guerrilla de
los primeros tiempos hasta la expansión de la sanidad y la educación
pasando por la asistencia a las luchas de descolonización en África o
los "dramáticos años" del Periodo Especial.

"Sí se puede", repitió Castro según recorría los méritos que atribuyó al
Comandante en Jefe, un latiguillo que recordaba al lema de Barack Obama,
el presidente con el que impulsó lo que Fidel jamás estuvo dispuesto a
negociar, una pragmática restauración de relaciones con Estados Unidos.

A sus 85 años, el general, que definió a Fidel como "el más preclaro
hijo de Cuba en este siglo", terminó recio retomando palabras del
insurgente Antonio Maceo: "Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el
polvo de su suelo anegado de sangre, si no perece en la lucha. ¡Fidel!
¡Fidel! ¡Fidel! ¡Hasta la victoria siempre!".

El mausoleo de Fidel Castro ha sido levantado muy cerca del de José
Martí (1853-1895), héroe nacional de la Independencia del que Castro se
vio como un émulo natural, como un continuador tocado por el sino de la
Historia para completar la guerra épica por la soberanía de la isla.

Controvertido hasta el mausoleo

Rotor de polémica toda su vida, su lugar de descanso también despierta
controversia por la equiparación implícita entre él y Martí, que a
diferencia de Castro despierta la admiración unánime de todos los cubanos.

"Colocar su tumba junto a la de Martí es perpetuar un fraude histórico",
ha dicho al portal cubano 14 y medio el analista cubano en el exilio
Carlos Alberto Montaner, que define a Martí como "un demócrata
republicano decimonónico que nada tenía que ver con supersticiones
marxistas-leninistas".

La discusión viene de lejos y será perpetua. "Fidel ha sido el discípulo
más aventajado de Martí. Todo su pensamiento sirvió de base al proyecto
revolucionario de Fidel", afirma desde La Habana Ana Sánchez Collazo,
directora del Centro de Estudios Martianos, que matiza que Martí "no
compartió la lucha de clases como forma de toma de poder pero fue
defensor de los más pobres".

En 1883 Martí presenció en Nueva York un acto por el fallecimiento de
Marx y envió una crónica a La Nación de Buenos Aires: "Ved esta gran
sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles merece
honor. Pero no hace bien el que señala el daño y arde en ansias
temerosas de ponerle remedio, sino el que señala remedio blanco al
daño", escribió el periodista y poeta.

"Son dos persona que vivieron dos épocas diferentes", comienza el
veterano historiador Enrique López Oliva. "Martí no vivió la Revolución
bolchevique, ni siquiera la mexicana. Él fue un liberal nacionalista
pero que iba al entronque con las corrientes socialdemócratas. Y Fidel
se identificó desde el principio como un martiano. Planteó que su
revolución estaba inspirada en su pensamiento. Creo que su marxismo
posterior fue cosa de coyuntura política".

Ya al mando de Cuba, Fidel Castro diría: "De niño leía con asombro sobre
el Diluvio Universal y el Arca de Noé. Más adelante centré mi interés en
Martí. La audacia, la belleza, el valor y la ética de su pensamiento me
ayudaron a convertirme en lo que creo que soy: un revolucionario".

Su enemigo común fue Estados Unidos, "ese norte brutal y revuelto que
nos desprecia", escribió Martí. En junio de 1958, aún peleando en la
Sierra Maestra, Castro decía en una carta furiosa a su colaboradora
Celia Sánchez: "Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra
mucho más larga y grande, la guerra que voy a echar contra los
americanos. Ese va a ser mi destino verdadero".

El poeta cubano Nicolás Guillén consideró que Fidel Castro "reinició la
guerra del 95", la de la independencia contra España, "y puso en
práctica el ideal martiano de cerrar el camino a Estados Unidos con la
violencia armada".

Pero ambos, señala López Oliva, encontraron en Estados Unidos entre el
exilio cubano imprescindibles recursos para financiar sus movimientos.

Hijos de españoles –el de Martí fue un humilde sargento enviado a Cuba–,
sus personalidades convergen en el liderazgo, la contumaz voluntad de
triunfo y una compulsión oratoria de estilos distintos: "La de Martí es
la de un romántico del XIX y la de Fidel la de un abogado de formación
jesuita", considera López Oliva.

Martí murió en el campo de batalla lanzándose contra las tropas del
coronel español Ximénez de Sandoval. Una bala en el pecho, otra en un
muslo, otra por el cuello y una directa al esternón. "Mucha gente habla
hasta de un suicidio. Iba en un caballo blanco con una pistolita
chiquita", dice el historiador. Sánchez Collazo cree que erróneamente
"se dibuja a Martí como un hombre melancólico, pero era vivaz,
hiperquinético, un nervio puro que subía los escalones de dos en dos".

Castro libró batallas en Sierra Maestra, lideró la defensa frente a la
invasión de 1961 auspiciada por la CIA y sobrevivió a numerosos intentos
de asesinato, pero murió anciano, con 90 años de edad y sin haber sido
nunca derrocado.

Uno fue un poeta consumado y el otro un autor frustrado, según le dijo
un día a García Márquez: "En mi próxima reencarnación quiero ser
escritor". Fidel Castro fue como un padre para un venezolano, Hugo
Chávez, y José Martí dejó escrito sobre Venezuela: "Deme en qué
servirla: ella tiene en mí un hijo".

Los dos descansarán para siempre, juntos, en Santa Ifigenia, una
necrópolis inaugurada en 1868, año en que comenzó la primera rebelión
soberanista, y que guarda los restos de próceres como Carlos Manuel de
Céspedes, que encabezó esa rebelión original, o el mulato Maceo, figura
clave de la definitiva Guerra de Independencia de 1895 a 1898. Allí
reposan también los restos de famosos cubanos como Emilio Bacardí, el
patrón del ron, o los legendarios músicos Miguel Matamoros y Compay Segundo.

Si ya era considerado un museo a cielo abierto, este cementerio
bautizado con el nombre de una santa de raza negra será en adelante un
libro abierto sobre la ciclónica historia de una isla que cierra ahora
un capítulo crítico.

Source: Santiago: Cuba perpetúa el mito de Fidel Castro | Internacional
| EL PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/12/03/america/1480802290_055684.html

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