Monday, November 14, 2016

El hombre nuevo no sabe perder

El hombre nuevo no sabe perder
Si el pro-sovietismo y las añoranzas guerrilleras son los ideales de los
jóvenes marchantes en EEUU, ¿qué viene después?
Lunes, noviembre 14, 2016 | Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba.- En cierta ocasión un amigo, ciudadano estadounidense,
me comentó que no importaba realmente quien ganara las elecciones en
EE.UU. "No depende tanto de quien encabeza el Gobierno, porque lo que
funciona es el sistema". He escuchado esa frase en más de un
interlocutor, lo que provoca aplicar la frase en los llamados regímenes
comunistas, donde sucede algo similar, pero a la inversa: no importa
quien esté en el poder, porque lo que no funciona es el sistema.

Esto último, sin embargo, parece no estar suficientemente demostrado
para algunos sectores de la sociedad estadounidense, según se refleja en
la fotografía que encabeza este texto.

A primera vista la foto pudiera parecer inofensiva, y quizás hasta un
poco ingenua: un nutrido grupo de estudiantes en Austin marchan contra
la elección de Donald Trump como presidente de EE UU pocas horas después
de conocerse el resultado final de los comicios, tras una de las
campañas electorales más enconadas e indecorosas que recuerden los
votantes de ese país.

Es apenas una imagen entre muchas otras divulgadas por los medios, sobre
las manifestaciones –algunas con ciertos matices violentos– que se han
estado produciendo en varias ciudades importantes del país.

Sin embargo, a despecho de los pronósticos adversos a Donald Trump,
reflejados en numerosas encuestas, y a contrapelo de los ataques
mediáticos que soportó; de la mala proyección de su discurso agresivo,
racista, xenófobo y misógino; de su inexperiencia en la política y de la
falta de apoyo de su propio partido, el controvertido magnate se alzó
con un arrasador triunfo en los votos electorales. Guste o no, Trump
merece un reconocimiento.

Ahora bien, simpatías aparte, Trump ganó en buena lid, sin fraudes y sin
trucos, en virtud del mismo sistema electoral que dio como ganador en
las dos ocasiones anteriores al demócrata Barack Obama –negro, para más
señas–, sin que ello provocara marchas y disturbios por parte del Ku
Klux Klan ni de los sectores más conservadores de la sociedad y del ala
republicana.

Sucede que el solo hecho de acudir a votar implica en sí mismo la
aceptación de las reglas del juego; se gana o se pierde. En todo caso
siempre habrá una nueva oportunidad para revertir los resultados cada
cuatro años. Cabe preguntarnos si, de haber ganado la candidata
demócrata, los votantes republicanos hubieran considerado legítimo
atacar al sistema y desconocer el resultado refrendado en las urnas.

Porque de lo que se trata en estas manifestaciones es precisamente de
eso: de una embestida contra el sistema, enmascarada tras la arremetida
contra el muy vilipendiado empresario. Realmente no son tan ingenuas las
marchas en cuestión. Baste mirar en la fotografía de Austin el
protagonismo de la bandera soviética, con la hoz y el martillo, que
encabeza la protesta de los iracundos jóvenes, varios de ellos con el
rostro cubierto. Sus motivos tendrán para ocultar su identidad, pero
quien cree en la justicia de sus reclamos en una sociedad abierta,
democrática y plural no tiene razones para esconderse.

En otras ciudades, por su parte, los estudiantes han portado en sus
marchas camisetas o carteles con la imagen del célebre guerrillero y
asesino argentino, "Che" Guevara, ejemplo cimero de la violencia
revolucionaria de las izquierdas radicales de este hemisferio, que están
demostrando ser como una Hidra de mil cabezas. Diríase que estamos
asistiendo al parto del "hombre nuevo americano".

Cabría preguntarnos, si el pro-sovietismo y las añoranzas guerrilleras
son los ideales de los jóvenes marchantes dentro de EE.UU., ¿qué viene
después? ¿Acaso lo peor y más reaccionario de la izquierda ha
retrocedido en Latinoamérica y fue derrocado en Rusia décadas atrás solo
para anidar astutamente en algunos nichos universitarios plenos de estos
niñatos trasnochados, aburridos de su muelle existencia bajo el american
way of live?

Obviamente, la juventud no es condición suficiente para representar lo
más renovador del pensamiento social. He aquí montones de rostros
frescos, muchos de ellos con inequívocos rasgos hispanos y de otros
orígenes étnicos y raciales, que hoy asumen los símbolos de lo más
retrógrado de la progresía universal para combatir al sistema que les
dio cobijo, donde disfrutan de las oportunidades que no tendrían bajo
regímenes "comunistas".

"No es mi Presidente", enarbolan sus carteles. Pues bien, es el que ha
sido democráticamente electo y gobernará por los próximos cuatro años.
Más les valdría asimilarlo. De hecho, ante esta eclosión de resabios
marxistas lo más probable es que los republicanos tengan mayores
oportunidades de reelegirse en la presidencia del país.

Quizás estos exaltados muchachos deberían buscar "otras tierras del
mundo que reclamen el concurso de sus modestos esfuerzos" y perseguir su
ideal soñado fuera de su país, tal como hicieron sus padres y abuelos
cuando arribaron a EE UU pensando erróneamente que forjaban un mejor
destino para los suyos.

Y como los retoños quieren otra cosa y no lo que tienen en casa, lo
mejor sería que estos neo-comunistas migraran a territorios más
promisorios para sus incomprendidas aspiraciones. Les propongo Cuba, por
ejemplo. No tienen que establecerse definitivamente; basta que
experimenten en su propia piel las bondades del sistema erigido bajo el
mismo aliento de la hoz y el martillo –aunque ya solo se utiliza el
martillo, para machacar cualquier brote de libertades– y donde su
admirado Che inició sus prístinos experimentos sociales.

Me encantaría ver a esos jóvenes anti-sistema viviendo bajo la firme
guía del partido comunista y el gobierno, nunca elegido, de un
octogenario puesto a dedo en la poltrona presidencial, el co-fundador de
un clan familiar ferozmente capitalista que regirá cada mínimo detalle
de sus destinos. Obviemos los detalles sórdidos relacionados con la
fidelidad ideológica obligatoria, la absoluta ausencia de libertades
ciudadanas, las carencias materiales, las condiciones de vida en
supervivencia a perpetuidad y otras nimiedades por el estilo. Para quien
realiza un sueño estas naderías no deben ser obstáculos.

Quisiera que, si no les gusta cómo se hacen las cosas en el comunismo
irreversible, se lancen a una manifestación frente a la escalinata
universitaria en La Habana o en cualquiera de las avenidas de la capital
o de las ciudades cabeceras de la Isla. Recuerden llevar sus banderas
soviéticas y sus amadas imágenes del guerrillero insignia. Incluso
podrían añadir antiguas fotografías de Castro I, en sus años mozos de
quimérico guerrillero (las fotografías actuales no son convenientes). Ya
verán lo que sucede y entonces sí experimentarán en su propia piel, de
la manera más convincente, lo que es la democracia marxista simbolizada
en el Che y en la bandera soviética.

Probablemente esta sea la mejor manera de aprender valorar en su justa
dimensión lo que tienen en su propio país. Con seguridad, Trump les
parecerá un adorable arcángel.

Pero no seamos demasiado cándidos: siempre habrá tontos útiles… O
agentes comunistas convenientemente sembrados. No hay que descuidarse ni
perder de vista las señales. A veces las bacterias de apariencia más
insignificante resultan ser las más dañinas.

Source: El hombre nuevo no sabe perder | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/el-hombre-nuevo-no-sabe-perder/

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