Thursday, November 10, 2016

Con Trump, el fidelismo debe de estar contento y el pueblo cubano, expectante

Con Trump, el fidelismo debe de estar contento y el pueblo cubano,
expectante
PEDRO CAMPOS, La Habana | Noviembre 10, 2016

Ganó Trump contra viento y marea. Varios mitos vuelan en pedazos y las
encuestas no decían la verdad. Ganó un declarado y reconocido
antisistema. Perdió el Partido Demócrata y también perdió el
establishment republicano que no secundó al candidato. Los republicanos
controlan las dos cámaras del Congreso. Los ciudadanos dijeron la última
palabra en las urnas: queremos un cambio. Sin embargo, Trump cosechó
menos voto popular que su contricante, Hillary Clinton.

En su primer discurso como candidato electo, en el edificio que lleva su
nombre en Nueva York, ciudad donde nació, dijo que será el presidente de
todos los estadounidenses y se comprometió a tratar con justicia a todos
los países.

Según algunos analistas, la política gubernamental se había corrido
mucho hacia la izquierda del péndulo y éste es el resultado, buscando ir
hacia el centro. También expresan que los nodos reales del poder y la
comunidad de inteligencia seguirán marcando los tiempos y estrategias
sin posibilidades para los extremos o grandes desvíos.

La política doméstica en EE UU se moverá en dirección contraria a la
intervención del Estado en los negocios, posiblemente disminuyan los
fondos para gastos sociales y aumenten las facilidades para la inversión
y los negocios. Es posible un fortalecimiento del aislacionismo frente
al internacionalismo con políticas más proteccionistas y menos
intervencionistas en asuntos externos.

La visión de la política como negocio puede marcar muchos aspectos de
las relaciones exteriores, la cual podría ser más pragmática y menos
ideologizada.

Hacia Cuba habrá un endurecimiento en relación a la política de Obama,
pero es poco probable que se desvíe de los marcos generales del
restablecimiento de relaciones. Los cubanoamericanos mantuvieron sus
posiciones en el Congreso. EE UU tiene otros asuntos en su política
exterior de mayor importancia relativa y Cuba no debe ser una prioridad,
a menos que se la empiece a considerar como una amenaza a su seguridad
externa.

Los fidelistas que hicieron todo lo posible por obstaculizar el
acercamiento protagonizado por el anterior Gobierno deben de estar de
fiesta hasta que despierten del encantamiento y otras políticas empiecen
a apretarles los zapatos. Los militares pragmáticos y las corrientes que
vieron en la nueva política de Obama una oportunidad para mejorar las
cosas en Cuba, deben de estarse lamentando de no haber hecho más para
favorecer el acercamiento.

Para que "no nos cojan con la guardia baja" ya se realiza un ejercicio
militar de todo el pueblo para demostrar a Trump que aquí no tiene nada
que hacer, como si el magnate pudiera organizar mañana una invasión a
Cuba. Así que se trata de no perder la costumbre y de levantar los
ánimos "antimperialistas".

Lo cierto es que las órdenes presidenciales de Obama pueden ser
derogadas en cualquier momento después de la toma de posesión. A partir
del 20 de enero, el nuevo Gobierno contará ahora con esas "armas" para
negociar con los dueños del poder en Cuba.

Esa ecuación y pasos concretos del Gobierno de Trump pueden no resultar
finalmente favorables al fidelismo, pues las causas de la crisis
sistémica que, en toda la línea, atraviesa la sociedad permanecen
intactas, y el medio externo puede hacerlas más pronunciadas, con
perjuicio para toda la alta burocracia y desencadenar escenarios más
complejos.

El mundo ha cambiado y EE UU también, pero el fidelismo sigue varado en
los años 60.

En todo caso no debe esperarse que Cuba tenga algún nivel de prioridad
en la política futura del Gobierno de Trump, mientras no caiga en la
esfera de la seguridad nacional o de intereses estratégicos fundamentales.

La gran oportunidad la perdió Cuba, toda, con el acercamiento de Obama,
por la oposición fidelista. Es probable que en lo sucesivo la nación
cubana encuentre más obstáculos para su desarrollo independiente, sus
contradicciones se agraven y las soluciones sean más traumáticas.

Eso tendremos que agradecérselo al fidelismo también, que cada vez es
más visto por todos como el principal obstáculo al avance de la sociedad
cubana hacia nuevas cotas de progreso, libertad y democracia. Quizás, un
Gobierno de EE UU más conservador y más oportunista en materia de
negocios contribuya a otros escenarios que faciliten movimientos más
profundos en las bases de la realidad cubana.

Los demócratas cubanos de todas las tendencias, los que piensen más en
los intereses de todos los cubanos, en todo caso, deberían entender que
el futuro de Cuba depende de ellos y solamente de ellos y no de la buena
voluntad de potencias más o menos cercanas o lejanas, aunque,
lógicamente, estamos expectantes.

Source: Con Trump, el fidelismo debe de estar contento y el pueblo
cubano, expectante -
http://www.14ymedio.com/opinion/Gano-Trump_0_2106389343.html

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