Monday, July 8, 2013

Tome partido por los sin partido

Tome partido por los sin partido
Lunes, Julio 8, 2013 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Interesante ha resultado ver
carteles contra los partidos políticos en las manifestaciones de las
últimas jornadas de protesta en Brasil. No contra un partido en
específico, sino contra los partidos como convocadores y soportes de
ideología.

Ya sabemos que el rechazo a los líderes y que la desconfianza ante todo
discurso político y ante todo afán controlador, son rasgos propios de
los tiempos posmodernos. Indicadores, sin duda, de un paso de avance en
la civilización con todo lo bueno o lo malo que cada quien quiera
apreciar en el asunto, y sin que necesariamente ello obligue a olvidar
las advertencias de grandes pensadores de la historia, como Hans Kelsen,
según el cual, "sólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la
democracia sea posible sin partidos políticos".

En cualquier caso, aunque tenga razón Kelsen, lo que sí resulta obvio es
que en las avanzadas de las manifestaciones democráticas de estos días
se hace notar el rechazo a la monopolización de la política por parte de
los partidos. Y aun cuando por lo general se siga aceptando que no hay
democracia sin partidos políticos, cada día se ve más claro que la
democracia no comienza ni se resume en la actividad de los partidos. De
modo que el cuestionamiento popular no parece ir contra el papel que les
corresponde como instrumentos democráticos, sino contra el hecho de que
en vez de ejercer con rigor ese papel, los partidos han estado virando
la tortilla, al convertir la democracia en su instrumento.

No en balde, ahora les hacen la cruz en las manifestaciones masivas,
sobre todo de los países desarrollados, pero no sólo, ya vemos que
también en Brasil. Y por motivos peculiares, aunque no muy distintos en
su esencia, igual ocurre en Cuba, sólo que en silencio, con la procesión
por dentro, como ha tenido que ser.

No podía ser menos, puesto que los cubanos, muy particularmente los
jóvenes, también experimentan las tipicidades de la condición
posmoderna: pérdida de confianza en las instituciones, falta de
compromiso público, desequilibrio espiritual y revalorización moral,
entre otras. Sólo que en nuestro caso, tales inclinaciones han sido
agravadas por los efectos de una dictadura retrógrada y feroz.

Si los partidos políticos se la están viendo cada vez más cruda en el
mundo democrático, ya podrá suponerse cómo se la verán en Cuba los de
los opositores, por no hablar del partido comunista, que es el brazo
organizado de la opresión.

Sin embargo, en la anulación que han sufrido en estos años nuestros
partidos de la disidencia podría radicar quizá su ventaja. Como, aunque
sean muchos, apenas son conocidos por la gente de a pie, y como no
tuvieron oportunidad para desarrollarse en plenitud, están a salvo de
los vicios y del desprestigio popular que hoy gravita sobre casi todos
los partidos en el mundo democrático. Eso les permitiría enderezar el
tiro, por así decirlo, antes de haberlo torcido, empezando prácticamente
de cero, enfocados en las exigencias de los nuevos tiempos.

Sucede que nuestras figuras opositoras más relevantes popularmente, lo
son por sí mismas y, si acaso, se les reconoce como miembros del
movimiento opositor, pero no como comisionados de partidos en
específico. Incluso, sucede que algunos de los más conocidos entre la
gente ni siquiera tienen afiliación partidista. Debido a la falta de
condiciones y garantías legales para desarrollar sus programas o
actividades políticas, los partidos han tenido aquí una influencia
pública punto menos que nula, no sólo en el enfrentamiento contra la
dictadura, sino en todo el espectro de la sociedad cubana de la
posmodernidad.

¿Será entonces que, dadas nuestras particulares circunstancias, junto a
las tendencias propias de la época, a los opositores cubanos no les hace
tanta falta ahora mismo agruparse en partidos como optimizar una labor
de acercamiento a la gente, sin discursos ni consignas ni rígidos
presupuestos políticos, sin ínfulas de liderazgo, sino de igual a igual,
poniendo por delante únicamente la disposición de exigirle al régimen,
en tanto simples voceros de la ciudadanía, respuestas concretas para sus
demandas y soluciones para sus problemas?

Lo cierto es que antes de actuar como organizaciones estables y
articuladas que buscan el poder por la vía electoral, a los partidos
opositores les haría falta hoy ser guías para la acción emancipadora.
Antes que agentes de una u otra tendencia política, necesitan ser vistos
como actores del cambio, no sólo en el espacio físico, sino también, y
quizá sobre todo, en la mentalidad popular. Este es justo el momento en
que la oposición está obligada a marcar diferencias bien distinguibles a
simple vista por la gente, y no sólo diferencias ante el régimen,
también ante los partidos de oposición light que muy pronto estarán
funcionando en Cuba para hacerle la pala al nuevo modelo del
totalitarismo fidelista.

Source: "Tome partido por los sin partido | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/tome-partido-por-los-sin-partido/

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