Monday, July 22, 2013

Las 'buenas costumbres' de Raúl Castro

Las 'buenas costumbres' de Raúl Castro
DAVID CANELA | La Habana | 22 Jul 2013 - 10:36 am.

¿No debería el castrismo dinamizar las fuerzas políticas y económicas,
en vez de estar señalando a un punto u otro del mapa social?

Raúl Castro bien pudiera comenzar sus discursos con aquella frase de
Cicerón: O tempora, o mores!, (¡Oh tiempos, oh costumbres!), o emular
con los ideas de Catón el Censor. En su último discurso ante el
Parlamento, su defensa a favor de la moral y los "valores éticos" me
hizo recordar una frase de Eduardo Galeano acerca de un dictador de
Guatemala, de principios del siglo XX, del cual se dijo que había
ejercido "el augusto sacerdocio de la Ley en el majestuoso templo de la
Justicia sobre la roca inconmovible de la Verdad". Sí, porque los
gobernantes cubanos han ejercido siempre el sacerdocio, no tanto de la
Ley, sino de la "moral revolucionaria".

Y ahora, parece que Raúl Castro estuviese interesado en restaurar
aquellas "buenas costumbres" que durante años fueron tildadas de
"burguesas".

Si un grupo de señoras católicas, de misas dominicales y casas de
beneficencia, añorase el tiempo de las "buenas costumbres", no me
extrañaría. Pero que Raúl Castro quiera ondear ese estandarte es algo
insólito, que lo acerca al terreno de lo que se ha llamado un
"conservador", pero un conservador del siglo XIX, desfasado por completo
del discurso político moderno, y a años luz del discurso progresista de
hoy, que tiende a ser más inclusivo y tolerante —y por ende, ha
abandonado la misión de "reeducar" a los diferentes.

Esa defensa de "los valores morales y cívicos" puede ser el síntoma de
un despertar, de un reconocimiento: de que al final, el mundo no se
divide en burgueses, proletarios, o revolucionarios, sino en seres
humanos, que están más cerca o más lejos de asumir y proyectar esos
valores, que pudieran llamarse "éticos", o "humanistas".

Sin embargo, sigue yéndose por las ramas. ¿No comprende que el
socialismo, al controlar todos los aspectos de la vida, genera
estatismo, y el estatismo sofoca todas las dinámicas naturales que
surgen en la sociedad? ¿No comprende que el socialismo es una camisa de
fuerza, que provoca parálisis, círculos viciosos, declive y pobreza? Y
por supuesto, con la pobreza material llega muy pronto la pobreza
espiritual, y moral.

¿No debería Raúl Castro interesarse por dinamizar las fuerzas políticas
y económicas, en vez de estar señalando a un punto u otro del mapa
social? ¿No debería estimular la producción nacional, a través de una
mayor apertura y consolidación de los derechos de propiedad, y fomentar
las inversiones libres, que no discriminen a los cubanos residentes en
el exterior? En vez de perseguir actos de corrupción, a todos los
niveles, por medio de la Contraloría, ¿no sería más factible publicar
los estados financieros, y dejarle esa función a la prensa, que puede
fiscalizar mejor el uso específico de los recursos del Estado, y así, ir
soslayando un poco el papel de cantarle loas a la Revolución y al
socialismo?

Lo que no comprende Raúl Castro es que toda dictadura engendra anomia; y
en Cuba, ese camino del "sacrificio" individual en pro del bienestar
colectivo ha conducido al descalabro nacional, por lo que, en resumen, a
nadie le interesa ya ganar medallas, banderas ni diplomas, sino dinero.

Si Fidel Castro fue el hechicero de la sociedad cubana, parece que Raúl
Castro quiere ser su domador, algo así como el "encantador de perros".
Quiere eliminar "las tendencias negativas", lo cual se traduce en
combatir vicios, que son muy parecidos. Él los llama corrupción,
indisciplina social, descontrol, ineficiencia, e ilegalidades. Hoy, el
espíritu de sacrificio ha sido sustituido en el discurso ideológico por
el ahorro, el orden, la disciplina y la exigencia; y ahora, se le añade
la virtud de "las buenas costumbres".

Hace unos años, todas las culpas de los fracasos económicos y sociales
las cargaba el imperialismo yanqui: era "el bloqueo", el diversionismo
ideológico, o "los rezagos del pasado" lo que no permitía que la
sociedad avanzara en la construcción del socialismo. Ahora, los
culpables externos han pasado a un segundo plano, y las mayores culpas
se han volcado hacia dentro, aunque es evidente que se diluyen en la
generalidad. Porque cuando las culpas llevan nombre y apellido, se
censuran automáticamente, o se queman con el que ha sido "tronado".
¿Pero es creíble que "la desviación" de unos cuantos dirigentes y
funcionarios haya creado este estado de depauperación; o será "la norma"
la causa principal?

Si creemos en Raúl Castro, hoy veríamos en el pueblo cubano al mayor
responsable de su situación actual. Y de alguna manera, tiene razón. Fue
el pueblo cubano el que confundió la esperanza con el mesianismo, el que
apoyó la inmolación de todas las instituciones republicanas, el que fue
cobarde para defender sus derechos civiles, indolente y vengativo para
atacar a los que no profesaban el comunismo, ni soñaban con el hombre
nuevo, e inmaduro, para no darse cuenta de que le estaban robando su
independencia, y la vida. Es culpable, por creer que el voluntarismo y
las cuotas ilimitadas de sacrificio era todo lo que necesitaba para
prosperar, y construir un paraíso sobre la tierra.Y hoy, es culpable por
seguir mintiendo, y engañándose, en vez de señalar las cosas por su
nombre, darse su lugar, y exigir un tratamiento digno.

Pero volviendo a las "buenas costumbres", ¿a quién le parece una "buena
costumbre" permanecer en un gobierno durante más de 50 años,
concentrando los cargos más importantes para sí y para su grupo de
fieles, y ejerciendo el poder de forma absoluta? Además de a Fidel ya
Raúl Castro, claro.

Source: "Las 'buenas costumbres' de Raúl Castro | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1374482207_4319.html

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