Monday, July 8, 2013

El deporte hace aguas

El deporte hace aguas
IVÁN GARCÍA | La Habana | 8 Jul 2013 - 10:17 am.

Los deportistas se fugan y los mandarines de verde olivo vuelven hacer
cálculos errados: piensan gestionar contratos foráneos y embolsarse la
mayor parte.

Las fugas de atletas nacionales han dejado de ser noticia. Los cintillos
en primera plana anunciando victorias épicas y campeonatos mundiales han
desaparecido.

Las arcas del Estado están secas. Ya no salen de escuelas deportivas
campeones como si fuesen morcillas en serie. En los últimos Juegos
Olímpicos, en Londres 2012, ocupamos el lugar 16.

Guárdese con tinta esa actuación. Es probable que a partir de ahora, el
desempeño sea peor. El problema no es que la población se haya vuelto
sedentaria u obesa. O que al cubano le haya dejado de gustar el deporte.

No. De lo que se trata es de una revolución silenciosa dentro del
movimiento deportivo nacional. Ya los atletas se cansaron de ser
manejados como títeres por la propaganda del régimen.

También quieren ganar salarios suculentos, como sus pares del mundo, ser
libres para firmar en cualquier club profesional y administrar sus
ganancias sin injerencias del Estado.

Por eso se marchan de Cuba. Y se seguirán marchando peloteros,
boxeadores, voleibolistas, atletas de campo y pista y deportistas de
otras disciplinas.

Al Gobierno de Raúl Castro no le ha quedado otra que abrir el portón. A
partir de ahora, es el Estado quien designa quién compite en una liga
foránea y cuánto dinero se le debe pagar.

Los mandarines de verde olivo vuelven hacer cálculos errados. Piensan
diseñar una estructura parecida a la de los "cooperantes" en el
extranjero. Gestionar contratos y embolsarse la mayor parte. Al igual
que médicos y asesores civiles, los deportistas serán una mercancía. Una
vía para traer dólares a las desinfladas cuentas del Gobierno.

Olvídense del otrora discurso feroz de Fidel Castro contra el
profesionalismo. El deporte rentado ahora es bienvenido, siempre y
cuando los deportistas sean mansos como un rebaño de ovejas.

Pero los tiempos son otros. Incluso un campeón olímpico como Dayron
Robles se ha cansado de ser manipulado por control remoto. Robles ha
trazado un nuevo panorama: el de atleta independiente. Ha puesto contra
las cuerdas a los intransigentes directivos del deporte nacional.

Aprovechando los resquicios de la reforma migratoria del pasado 14 de
enero, Dayron intenta competir de manera libre en las Ligas de Diamante,
sin tener que marcharse del país o renunciar a competir en futuros
torneos del orbe bajo el pabellón de las cuatro letras.

Son las autoridades las que no quieren aceptar su decisión. Ni siquiera
piensan en negociar una salida. Dayron Robles marcará un antes y un
después en el movimiento deportivo cubano.

Las autoridades se encuentran en una encrucijada. Si ceden ante él,
podrían sentar un mal precedente y a corto plazo dejar de controlar los
salarios de los deportistas autorizados a competir en ligas extranjeras.
Y ahí está la clave.

El régimen sabe que mediando en la contratación de atletas puede
ingresar anualmente varios cientos de millones de dólares. Lo ideal
sería que a dichos deportistas se les trazara un impuesto razonable en
relación con sus salarios. Y que los atletas manejaran a su libre
albedrío el dinero que se ganan con su sudor y talento.

Sería bueno para ambas partes. Los campeones no se verían forzados a
marcharse de Cuba. Pero en una autocracia, la sensatez es una mala
palabra. Esa posición de fuerza del Gobierno ha traído estos lodos.

Debido a políticas erradas, cerca de mil atletas se han visto obligados
a escapar. Los deportistas de la Isla no están ajenos al éxito de Yasiel
Puig, Yoenis Céspedes y Osmany Juantorena, entre otros muchos.

Ellos también quieren competir con los mejores y ganar salarios acordes
a su calidad deportiva. En su país ganan salarios de obreros. Son pocos,
cuando se jubilan, que como Mireya Luis, Raúl Diago o Javier Sotomayor
pueden montar negocios gastronómicos.

Solo tienen dos caminos: ser entrenadores deportivos o comisionados
políticos al estilo del siniestro Alberto Juantorena. La caída en
barrena del deporte cubano es achacable a la testarudez del régimen, que
pretende controlar desde un buró y solo con su consentimiento, las
contrataciones deportivas.

Ya en las últimas Olimpíadas, Cuba no estuvo representada en los
deportes colectivos. La pálida actuación del sexteto de voly masculino
en la Liga Mundial, con una victoria y siete reveses, es el precio que
se paga por esa intolerancia.

Todos los años se marchan estrellas del deporte. Los fanáticos se
alegran. Pero hay otros caminos por explorar. La patria no es de los
Castro. Es de todos. Cada uno de nosotros debe reclamar lo que son
derechos inalienables.

Es una opción dura. Los amanuenses de la prensa oficial difamarán de los
deportistas que libremente decidan separarse del movimiento deportivo
oficial. El COI y las federaciones internacionales pueden y deben mediar
en el litigio.

Atletas como Robles están en su derecho de no ser esclavos. Enhorabuena
por Dayron.

Source: "El deporte hace aguas | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/deportes/1373271432_4058.html

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