Monday, August 13, 2012

La importancia de un llamamiento por una Cuba mejor

Documento, Represión

La importancia de un llamamiento por una Cuba mejor

No podemos temer al diálogo si queremos un futuro mejor para Cuba

Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 13/08/2012 8:59 am

Después del contundente artículo de Geandy Pavón sobre el "Llamamiento
urgente por una Cuba mejor y posible" queda muy poco por decir sobre
este documento, sus virtudes y sus detractores.

El documento no dice nada diferente respecto a las muchas cosas que
hemos estado pensando quienes creemos en un cambio pacífico hacia la
democracia, el ejercicio pleno de las libertades y los derechos humanos,
la justicia social y la autodeterminación nacional.

El documento no es un decálogo de la buena política. En muchos sentidos
pudiera resultar omiso respecto a asuntos vitales, sea porque los
redactores los olvidaron involuntariamente, o porque son temas que no
son actualmente partes del consenso que es necesario construir. Pues al
final en este último punto —el consenso— radica la mayor virtud del
llamamiento.

Como resultado de nuestras falencias culturales democráticas, a veces no
apreciamos debidamente el valor del consenso, que no es otra cosa que
aceptar los compromisos si ellos asumen lo fundamental de nuestras
propuestas, aun cuando tengamos que dejar a un lado temas que pueden
parecernos importantes, pero que son prescindibles para los fines a
alcanzar. E incluso aceptar otros que no nos resultan orgánicos, pero
que no afectan la columna vertebral de nuestra propuesta. Los
corporativistas democráticos definían esto de manera brillante como un
arreglo en el que la mejor propuesta de todos es la segunda mejor
propuesta de cada cual.

Aquí se logró. Y es lo que permite que personas de credos políticos
diversos, de la Isla y de la diáspora, con experiencias vitales
totalmente diferentes, hayan logrado confluir en un documento de esta
naturaleza. Es una señal de que avanzamos en lo que resulta más
importante: ser capaces de conversar, de romper —para fines específicos—
los ismos que nos separan (y que seguirán existiendo para otros, como
condición del pluralismo y la diversidad) y de superar la fragmentación
social y política que ha sido la condición de la gobernabilidad
autoritaria en la Isla.

No podemos temer al diálogo si queremos un futuro mejor para Cuba. El
diálogo, entre amigos y adversarios, es perentorio en la Cuba actual. Lo
necesitamos para el cambio en Cuba, pero también para cambiar nosotros
mismos. El problema no está en dialogar con el poder, sino en hacerlo
sin transigir en cuestiones medulares, sin caer en tentaciones baratas y
sin terminar siendo apuntalamientos del poder opresivo que hoy
caracteriza al sistema político cubano. Y huelga anotar que lo que
propone el llamamiento dista mucho de una propuesta de dialogo
aquiescente con el status quo existente.

Por todo ello, quiero resaltar el valor de los firmantes de este
llamamiento, y en particular los que lo hicieron desde la Isla. Quiero
felicitar al petit comité que inició esto y que más de una vez tuvo que
sobreponerse a los rigores de los desacuerdos, y en particular reconocer
el aporte decisivo de dos personas: Ariel Hidalgo y Juan Antonio Blanco.

Creo que más que un documento —de los que hay otros y muy valiosos— aquí
se ha tratado de otro paso para edificar esa "inmensa minoría" que hace
conmover a los autoritarismos.

Sea porque temen a la idea de minorías activas.

Sea porque les horrorizan las inmensidades morales.

Y si es así, ya estamos construyendo la Cuba Mejor y Posible que
propugnan los firmantes y muchos otros que no se han decidido a hacerlo.
Y que todos necesitamos.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-importancia-de-un-llamamiento-por-una-cuba-mejor-279211

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