Friday, August 3, 2012

A 18 años del Maleconazo, escapar sigue siendo la solución

A 18 años del Maleconazo, escapar sigue siendo la solución
Viernes, Agosto 3, 2012 | Por Pablo Pascual Méndez Piña

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -De todas las reformas
anunciadas por Raúl Castro la migratoria es la que más expectativa ha
causado. A nadie le importa los resultados del nuevo modelo económico,
sus lineamientos políticos y las prohibiciones levantadas. Muchos
aseguran que tales engendros están condenados al fracaso –como
clásicamente ha sucedido–; con el tiempo continuará el empeoramiento de
los niveles de vida y los cubanos mirarán la mar, como la única forma de
salvarse de su miseria.

En 1994 tras la caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS y
el súbito deterioro de la economía, las tensiones estallaron y se
produjo la revuelta espontánea conocida como el Maleconazo, debido a que
ocurrió en el Malecón de La Habana. La lluvia de piedras lanzada por el
pueblo ahuyentó a los esbirros del contingente Blas Roca, la respuesta
rápida y la seguridad del estado. Carros policiacos fueron virados
panza arriba, los helicópteros patrullaban la zona, la multitud
embravecida rompió vidrieras y saqueó tiendas y mercados.

El regimen –ya desmoralizado– acarreó bidones de alcohol para
emborrachar a sus secuaces y los incitó para que, sedientos de sangre,
salieran a provocar a los habaneros. Aquellos bárbaros gritaban
consignas de apoyo a la dictadura y enarbolaban banderas.

La sublevación tenía matices peligrosos y, como válvula de escape, los
Castro recurrieron de nuevo a la emigración masiva, levantando la
prohibición a las salidas ilegales. A solo catorce años del éxodo másivo
del Mariel, que permitió escapar a 125 mil cubanos en cinco meses, la
dictadura necesitaba nuevamente una via para aliviar el descontento, y
permitir que huyeran algunas víctimas fue de nuevo la solución. Las
calles se llenaron de camiones cargados con balsas y multitudes
invadieron las principales vías de la capital para escoltar amigos y
familiares hacia las costas.

Fue tan grotesco el espectáculo que, Carlos Betancourt un militante del
partido de 75 años –recordó– haber comentado al secretario general de
su núcleo partidista: "Yo soy revolucionario, pero esto es un desprestigio".

El presidente Clinton respondió a la estrategia del dictador,
ordenándole a su guardia costera que transfiriera a los balseros a la
Base Naval de Guantánamo. Desde allí –según expresó– serían reubicados
en terceros países. Una vez más Estados Unidos se convertía en la
válvula aliviadora del régimen y hacia sus fronteras escaparían más de
33 000 cubanos descontentos.

Dieciocho años después, La Habana sigue siendo una ciudad oscura, sucia,
apestosa, colmada de derrumbes, salideros, aguas albañales, baches; y
poblada por un considerable número de ciudadanos irritables, prosaicos,
consumistas, corruptos y desesperanzados. "A nadie le importa ya que
Cuba cambie, ni que vuelva el capitalismo" –dice Landy Torres, un joven
de 28 años– "la gente lo que quiere es irse p´al carajo".

Muchos miran con optimismo las reformas migratorias anunciadas por el
régimen, porque en las mentes de los cubanos la solución sigue siendo la
expatriación. "Cuando apliquen la reforma migratoria" –dice Rodolfo
Cárdenas, un cuentapropista de 45 años– "la gente dejará de cuestionar
la dictadura que nos ha precisado a comernos este cable".

Al recordar el 5 de agosto de 1994, las opiniones están encontradas,
algunos de los que vivieron aquellos momentos coinciden en que el
levantamiento sólo quería provocar un éxodo masivo como el de 1980, y
no derrocar al régimen. En realidad, no creo que hubiera objetivo
alguno. El levantamiento popular del Malecón fue totalmente espontáneo,
no planeado, sin líderes, ni objetivo predeterminado. Fue solo la
expresión de la frustración del pueblo desesperado que ya no aguantaba
más abusos y miseria. Fue el gobierno el que decidió canalizar esa
peligrosa frustración permitiendo la huida de los más desesperados.

Algunos opinan que el presidente Clinton es el culpable de la
supervivencia del castrismo, por su "mano floja" y por dejarse engatusar
por el sentimentalismo y las presiones de la comunidad cubana en el
exterior. José Antonio Pérez, un desocupado de 54 años, dice: "Los
americanos no debieron haber permitido el éxodo, debieron responder con
firmeza para que se generalizaran las revueltas por todo el país".

Ricardo López, un médico de 58 años, me dice: "Si la dictadura no
tuviera siempre una válvula de escape, si el destino de Cuba no
estuviera tan supeditado a decisiones foráneas, quizás hoy La Habana
estuviera poblada de rascacielos, con transporte público, lumínicos por
dondequiera, tiendas, victrolas, personas bien vestidas, automóviles,
bulevares, escuelas, hospitales, tendríamos derecho a viajar libremente
y acceso a canales satelitales, y a la internet, a la prensa mundial,
hubiéramos votado para elegir democráticament a varios presidentes , y
yo celebraría el 5 de agosto, "el Día del Maleconazo", tomándome un
verdadero Cuba libre, con Bacardi y Coca Cola, sin que el nombre del
trago resultara una ironía".

http://www.cubanet.org/articulos/a-18-anos-del-maleconazo-escapar-sigue-siendo-la-solucion/

No comments:

Post a Comment