Monday, April 9, 2012

Un grito de dignidad y un gesto de decoro

Un grito de dignidad y un gesto de decoro
[09-04-2012]
Lic. Sergio Ramos Suárez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Mientras se desarrollaba el espectáculo
religioso con la visita del Papa, los saludos protocolares de Obispos,
Cardenales y el Papa con el dictador Raúl Castro y más tarde la visita
papal con su apretón de manos al tirano en jefe Fidel Castro, un cubano,
hasta ahora desconocido, un simple trabajador, un hombre de pueblo, se
adentró entre la multitud que asistía a la misa en la Plaza Antonio
Maceo en Santiago de Cuba, y del fondo de sus fuerzas, tratando de
sobrepasar por su voz por encima del audio gritó ¡Abajo el Comunismo!
¡Abajo la Dictadura!

La reacción de los agentes de la policía política de la Seguridad del
Estado no se hizo esperar. Se le abalanzaron, lo arrestaron y lo sacaron
del área. No contento con ello, uno los esbirros de la tiranía,
encubierto tras la máscara de enfermero o para-médico de la Cruz Roja le
dio un galletazo y luego lo golpeó con la camilla. El que vestía el
uniforme internacional de ayuda al necesitado, deshonró el prestigioso
símbolo, que se respeta hasta en los más cruentos combates y batallas,
para agredir a un ciudadano que ejercía el derecho humano de expresar su
opinión públicamente.

Es repudiable y bochornoso que un gobierno esconda sus policías bajo el
signo de la Cruz Roja para agredir y reprimir a los ciudadanos pacíficos.

Un gesto decoroso salió del Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor
Dionisio García Ibáñez, quien durante la ceremonia del saludo protocolar
durante la misa en la Plaza Antonio Maceo, luego de besar el anillo del
Papa, dio media vuelta ignorando al dictador Raúl Castro a quien dejó
con la mano extendida, negándose a saludarlo. Un gesto de decoro, que
interpretamos como muestra su solidaridad con el sufrido pueblo cubano,
con los ignorados opositores al régimen y del repudio a un tirano cuyas
manos destilan la sangre inocente de los masacrados por este genocida, a
causa de pensar distinto al gobierno usurpador.

También, durante la misa en la Plaza de la Revolución en La Habana, se
escucharon gritos de ¡Libertad!, ¡Libertad! Se dice, que hubo un arresto
no confirmado al momento de escribir estas líneas. Esos gritos fueron la
resonancia de aquel Grito de Dignidad dado en Santiago de Cuba, que
recorre cual justo clamor, toda la Isla de Oriente a Occidente, en el
corazón de cada cubano.

Recuerda el contubernio Vaticano-Dictadura, las palabras del Apóstol
José Marti en su poema "Los Héroes de Mármol" cuando quejumbroso y
dolido expresaba:

"Dicen que beben tus hijos
Su propia sangre en las copas
Venenosas de sus dueños!
Que hablan la lengua podrida
De sus rufianes! que comen
Juntos el pan del oprobio,
En la mesa ensangrentada!!
Que pierden en lengua inútil
El último fuego!: ¡dicen,
Oh mármol, mármol dormido,
Que ya se ha muerto tu raza!"

Y al mismo tiempo, el Grito Digno de aquel trabajador cubano, hombre de
pueblo, y gesto decoroso de aquel prelado, identificado con el dolor de
los esclavizados, nos recordaba que siempre, en todos los pueblos,
existen aquellos hombres con decoro, que son la reserva interminable
desde donde resurge, en los momentos de mayor crisis e ignominia, la
rebeldía que nos manifestara Marti en dicho poema. Una insumisión, ante
la afrenta y el oprobio que siempre esta viva en la conciencia los
hombres dignos y valientes:

"Échame en tierra de un bote
El héroe que abrazo: me ase
Del cuello: barre la tierra
Con mi cabeza: levanta
El brazo, ¡el brazo le luce
Lo mismo que un sol!: resuena
La piedra: buscan el cinto
Las manos blancas: del soclo
Saltan los hombres de mármol!"

Más allá del incidente, del gesto decoroso del prelado, del grito de
Andrés Carrión Álvarez, de la resonancia de aquel silencio roto en
nombre de la libertad, representaba algo más que un simple ciudadano
disgustado; su grito representaba la dignidad de un país burlado por los
intereses político-internacionales. Su gesto era el acto de rebeldía de
un pueblo sojuzgado por una feroz tiranía totalitaria. Era la expresión
de protesta que los oídos del pontífice se negaban ha escuchar, no en
pese las suplicadas peticiones de audiencia de las Damas de Blanco, de
Oscar Elías Bisset, de los 13 indignados de la Iglesia de la Caridad en
La Habana y hasta del mismo paladín de las libertades polacas Lech
Walesa. Representaba el clamor de pueblo por ser oído ante la sordera
cómplice de los confabulados.

Con él estaba el sentir todo el pueblo, que junto a él, en sus corazones
también gritaba:

¡Abajo la Dictadura! ¡Abajo el Comunismo! ¡Libertad!, ¡Libertad!,
¡Libertad!

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35693

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