Tuesday, April 24, 2012

Pensé que no regresaba, pensé que ese era el último día de mi vida

ENTREVISTA | ANDRÉS CARRIÓN, DISIDENTE CUBANO

"Pensé que no regresaba, pensé que ese era el último día de mi vida"
Entrevista con el hombre que gritó '¡abajo el comunismo!' en medio de la
misa de Benedicto XVI en Santiago de Cuba
Yoani Sánchez La Habana 24 ABR 2012 - 13:54 CET143

Pasadas ya varias semanas de la visita de Benedicto XVI a Cuba, hay un
nombre que surge una y otra vez al evocar aquellos últimos días de
marzo. Andrés Carrión, de 40 años, el ciudadano que gritó en la homilía
de Santiago de Cuba: "¡Abajo el comunismo!". Hizo que los ojos del
mundo pasaran de contemplar la mitra papal a observar el rostro de un
hombre sujetado por sus captores y golpeado por un supuesto miembro de
la Cruz Roja. Todavía hoy bajo los efectos que produce pasar del
anonimato a la notoriedad, responde estas preguntas para el EL PAÍS.

Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de realizar esa acción en la Plaza
Antonio Maceo? ¿Fue una iniciativa personal o de un grupo?

Respuesta. No pertenezco a ningún partido opositor, aún hoy sigo sin
pertenecer a ninguno. No obstante, por estos días he recibido la
solidaridad de varios grupos de activistas, especialmente en la zona
oriental del país. La idea de esa acción me brotó en solitario y no se
la comenté a nadie, temiendo que se fuera a filtrar la información y me
impidieran llevarla a cabo. Ya José Martí lo había dicho "hay cosas que
para lograrlas han de andar muy ocultas". Por eso fue que pude llegar
hasta ahí. Tenía una motivación cívica y de principios: los cubanos
debíamos hacer algo para que el mundo supiera de las violaciones y los
grandes problemas que afrontamos aquí con la libertad de expresión y los
derechos humanos. Yo llevaba todo eso desde hacía mucho tiempo por
dentro y aquel fue el momento de decirlo.

P. ¿Cómo pudiste llegar hasta ese lugar a pesar del cerco policial?

R. Llegué sobre las once de la mañana, vi los preparativos de la misa y
encontré un lugar estratégico por su posición. Allí me paré. Llevaba en
el bolsillo unos caramelos y un pomo de agua, y con eso me sostuve hasta
las 17:40 horas, cuando acometí la acción. Había dos cordones de
seguridad. En un momento me decidí y crucé el primer cordón. Una vez
dentro me dirigí corriendo hasta estar frente del altar y grité varias
consignas: '¡Abajo el comunismo! ¡Abajo la dictadura! ¡Libertad para el
pueblo de Cuba!' y cuando ya me habían atrapado y me llevaban sujetado
alcancé a gritar '¡Monseñor no se deje engañar, que el pueblo de Cuba no
es libre!'.

P. Muchos han aplaudido tu proceder ese 26 de marzo, pero otros critican
que hayas usado el espacio de una misa católica para gritar una consigna
de corte político. ¿Qué le dirías a estos últimos?

R. Ya envié una carta al Arzobispado de Santiago de Cuba para explicar
por qué lo hice y pedirle disculpas al Papa y a toda la comunidad
católica. Pero ellos deben entender y todo el mundo debe entender que
los cubanos no tenemos espacios donde expresarnos. Debido a eso uno
busca un espacio donde ser oído y creo que aquella era una oportunidad
que no se podía dejar pasar. No fue mi intención manchar la misa, así se
lo he dicho a varios sacerdotes con los que he hablado y ellos me han
entendido. Soy católico y no lo hice con ningún interés de dañar a la
Iglesia ni a la figura del Papa.

P. ¿Cuáles fueron las principales acusaciones que te hizo la policía
durante los 20 días en que estuviste detenido? ¿Con qué castigos te
amenazaron?

R. No me maltrataron físicamente. Conozco de los golpes que han recibido
otros opositores, pero creo que con tantos ojos puestos en mí o quizás
porque el Papa había intercedido, decidieron no tomar represalias
físicas en mi contra. Sí me pusieron durante varios días en una celda
muy oscura y que tenía muy mal olor. No había agua limpia allí y la luz
solo la encendían diez minutos a las seis de la mañana y otros diez
minutos a las seis de la tarde. Después de 20 días me excarcelaron pero
me hicieron firmar un papel donde estoy limitado de mis libertades.
Tengo que presentarme todos los miércoles en una unidad de operaciones
policiales, no puedo salir del municipio sin pedir permiso, no puedo
reunirme con opositores, ni dar entrevistas, no puedo participar en
manifestaciones. Pero no he cumplido con casi nada de eso. Ellos no me
van a callar de esa forma.

P. Un hombre, vestido con el logotipo de la Cruz Roja, te agredió y te
lanzó incluso una camilla. ¿A qué crees que se debió ese comportamiento
tan agresivo? ¿Qué sientes ahora mismo hacia él?

R. Siento lástima por él. Tengo una vocación cristiana y no puedo sentir
otra cosa, porque creo que él es un producto de 53 años de
adoctrinamiento y de décadas de decirle a las personas que es bueno usar
la violencia contra aquel que se exprese libremente. Algunas amistades
me han traído la dirección donde vive ese hombre y me han dicho "hay que
tomar medidas contra él", pero yo no pienso así. Sería caer en el mismo
ciclo de la violencia y la venganza. Soy contrario a cualquier tipo de
violencia.

P. Algunas personas afirman que gritaste '¡abajo el comunismo!' para
obtener una visa de refugiado político en Estados Unidos. ¿Es eso
cierto? ¿Cómo respondes a ese cuestionamiento?

R. Eso no es cierto. Mi objetivo principal era —y así se lo dije a la
Seguridad del Estado— llamar a la conciencia del pueblo cubano. Que la
gente viera que se puede luchar. También otro objetivo fue llamar a la
conciencia de Raúl Castro para que reconozca nuestros derechos. Hoy fui
yo, pero mañana pueden ser cientos, miles o un pueblo entero. Pensé que
mis gritos serían como un motor impulsor que arrastraría a muchas de las
personas que estaban en la Plaza Antonio Maceo a hacer lo mismo, pero no
pasó así y confieso que eso me decepcionó. No lo hice con el objetivo de
buscar un asilo político, aunque ahora el hostigamiento que estoy
viviendo es insostenible. Mi casa rodeada y me siguen a donde quiera que
voy. Por el momento no se atreven a hacerme nada porque muchos están
pendientes de mi situación, pero a veces temo que dentro de tres o
cuatro meses pueda ocurrirme lo peor. Me preocupa mucho mi seguridad.

P. ¿Lo volverías a hacer?

R. Sí, claro que sí. Lo hice por mi país, por mi pueblo y en ese momento
supe que aquella acción me podía costar la vida. Incluso yo me despedí
de mis familiares sin que ellos lo supieran. Me despedí de mi madre, de
mi hermana, de mi esposa… le dije a ella esa mañana antes de salir hacia
la misa 'Te amo mucho'. Yo pensé que no regresaba, pensé que ese iba a
ser el último día de mi vida.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/24/actualidad/1335263659_655271.html

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