Tuesday, April 10, 2012

'El Ñaño' de Cuba: un sacerdote rastafari menos

Derechos Humanos

'El Ñaño' de Cuba: un sacerdote rastafari menos
Orlando Luis Pardo Lazo
La Habana 10-04-2012 - 10:48 am.

El próximo juicio contra Héctor Riscart , una cruzada política contra el
movimiento rastafari cubano.

La cruzada política contra el movimiento rastafari cubano tendrá este
viernes 13 de abril un clímax, cuando el líder de la banda de reggae
Herencia, Héctor Riscart Mustelier (El Ñaño), sacerdote Bogoshanti de 40
años, sea llevado a juicio por el delito de "producción, venta, demanda,
tráfico, distribución y tenencia ilícitos de drogas, estupefacientes,
sustancias sicotrópicas y otras de efectos similares".

Lo grandilocuente de la acusación no justifica que la vista oral sea a
puertas cerradas, en una sala donde se ventilan los cargos contra la
seguridad nacional. Sobre todo porque, en la oficina de Atención a la
Ciudadanía del Ministerio del Interior, se le notificó a Zuraima Janero
Dámaso, su esposa y madre de dos niños, que se trataba de un delito
común sin interés para la seguridad del Estado. En definitiva, la
evidencia contra Riscart, quien niega su culpa desde el inicio, solo
depende del testimonio de los mismos agentes del orden público que lo
capturaron la madrugada del 16 de noviembre de 2011, a la salida de su
centro de trabajo como músico en el Cabaret Nacional de Centro Habana.

A su favor, Riscart cuenta con los testimonios coincidentes de los
intérpretes de Herencia, presentes durante un arresto que devino
violento sin causa. A su favor, cuenta con que desde hace años no lo
citan para darle "seguimiento" o "re-educación" de la Dirección Nacional
Anti-Drogas, aunque la Fiscalía insiste en que sí estaba siendo
"controlado" por la DNA. A su favor, está el pésimo trabajo pericial,
que no documentó de manera incontrovertible la escena pública en que se
detectó la prueba incriminante. A su favor, hubo un registro realizado
en su casa de Subirana 471 apto. 2, entre Manglar y Santa Martha (Centro
Habana), donde no se encontraron trazas de "drogas, estupefacientes,
sustancias sicotrópicas ni otras de efectos similares", por lo que
tampoco se le decomisó ninguna propiedad obtenida gracias a la lucrativa
"producción, venta, demanda, tráfico, distribución o tenencia de
sustancias ilícitas".

En su contra, paradójicamente, Héctor Riscart tiene el desplante de
clamar inocencia siendo un rastafari cubano —cultura contestataria de
leones reyes y cáñamos sagrados—, ya antes convicto dos años durante la
Operación Coraza por un delito similar. En su contra,
ejemplarizantemente, le piden ahora, sin derecho a reducción de condena,
diez años de cárcel y uno adicional por ofrecer "resistencia", ese
comodín legal contra cualquier reclamo de derechos por parte de la
ciudadanía: Riscart exigió ser conducido a la Estación Policial para
evitar el escarnio de una requisa ante su público y los gerentes que
contrataban a Herencia, aunque igual fue reducido contra el asfalto y la
banda desde entonces está sin empleo, pues las autoridades se personaron
en el Cabaret Nacional y mintieron sobre la existencia de cocaína y
otras drogas extremas.

Las Conclusiones Provisionales (30 de enero 2012) de este caso son un
monumento al desamparo legal en que se sobrevive en la Isla, barbarie
burocrática que se burla del destino de los cubanos en una lotería de
visos legales. A título de la Fiscalía Provincial de La Habana Vieja, no
aparece un nombre legible sino apenas las siglas firmadas del Licenciado
ARR. La redacción de los hechos es de una tendenciosidad infantil y,
entre otras erratas insultantes o tal vez invalidantes, el texto
concluye trastocando al acusado con un tal "Ángel Laguen", sobre el cual
(si es que este documento conserva alguna fuerza legal) deberían
interrogar entonces a los testigos el próximo viernes 13, y no acerca de
Héctor Riscart, pues su nombre desaparece en el tercio final de dichas
Conclusiones, rindiendo así el curioso caso de un hombre juzgado con una
identidad ajena.

Contratada como defensa de ocasión, una abogada de bufete colectivo
vacacionará por su cumpleaños hasta después del alegato, que ella
asumirá casi de favor en horario extra-laboral, acaso por su magro
honorario de 415 pesos nacionales (los familiares y amigos de Héctor y
Zuraima no podrían reunir las altas cuotas en CUCs que son los gajes de
este oficio hoy en Cuba). Como muchos Licenciados en Derecho, se parte
del reconocimiento de que, cuando es la Policía Nacional Revolucionaria
quien acusa en un tema tan tabú como las "drogas", es estéril cualquier
estrategia triunfadora que desmonte las supuestas pruebas y los
presuntos procedimientos improcedentes de la Fiscalía.

Héctor Riscart, preso en el Combinado del Este tras una instrucción
fulminante que su familia tilda ya no de manipuladora sino de mentirosa,
fue privado del sacramento de sus dreadlocks incluso sin haber sido
condenado todavía. Para colmo, él prácticamente sostiene una huelga de
hambre no intencional por su condición religiosa de vegetariano, que las
autoridades penitenciarias no consideran un asunto espiritual, sino un
lujo o, peor, una excentricidad en rebeldía del reo.

Héctor Riscart le pide a Zuraima y a sus hermanos en dios que oren por
él, acaso en uno de esos retiros rituales en los montes de Baracoa o
Pinar del Río, donde la policía puntualmente los detiene (en ocasiones,
con amenaza de decomiso de fincas privadas) y les impone actas de
advertencias pre-delictivas por practicar el rastafarismo en este país.
Riscart no concibe la menor posibilidad de un error divino en el absurdo
en que él habita desde hace meses, pues aún confía en que la mano
salvadora de una verdad suprema abrirá la mente de los jueces y limpiará
de falacias la voz de los agentes que declararán contra él.

Preocupantemente, uno de ellos, Ernesto Martínez Ramírez, de la Policía
Especializada sita en Cuba y Chacón (La Habana Vieja), en una mesa del
Cabaret Nacional y minutos antes del arresto de noviembre 2011, provocó
con ropa de civil a los miembros de Herencia para que le vendiesen
cigarrillos prohibidos. A pesar de la respuesta negativa, y de no estar
oficiando como policía, los denunció a los servicios de guardia y
patrullaje de la zona (Maikel Atiet Creagh, Wilbert Durruthy Favier,
David Rousseaux Columbié: todos también localizables en Cuba y Chacón).
La declaración inicial de Martínez Ramírez en un punto del proceso fue
cambiada, sin causa aparente, para tornarse menos impresionista y más
incisiva en contra de Héctor Riscart.

Aunque todo ocurrió bajo las cámaras policiales de la esquina de Prado y
San José, las grabaciones no han podido ser incluidas como evidencia
jurídica, tal como lo reclamó la esposa afectada a nombre del acusado,
pues los oficiales a cargo (coincidentemente de la propia estación de
Cuba y Chacón) adujeron que dichos registros desaparecen en pocos días
por falta de personal para procesarlos. Al respecto, solo queda en pie
la palabra policial sobre la "resistencia" del rastafari, así como el
"hallazgo" in situ de un nylon con cannabis sobre la calle, que ningún
testigo no policial constató, y que se le endilgó en exclusivo a Héctor
Riscart, ya cuando él estaba maniatado en la Estación de la calle
Dragones (La Habana Vieja).

Es significativo que no se buscaran huellas dactilares incriminatorias
contra Riscart, por más que las sustancias ilícitas fueran ratificadas
como tales en el Laboratorio Central de Criminalística, retratadas en
solitario para las denominadas foto-tablas, e incineradas enseguida por
la División de Investigaciones Criminalísticas de 100 y Aldabó. Tampoco
se intentó evidenciar restos químicos u odoríferos en su largo pelo ni
en el turbante que lo cubría: una pieza blanca que nunca fue incautada,
a pesar de ser citada en las Conclusiones Provisionales como clave para
asociar el hallazgo con la persona del acusado. El instructor de la
Unidad de Picota rehusó convocar a un careo aclaratorio entre testigos,
pues al parecer la versión de los policías no acababa de concordar entre
sí respecto a la de los músicos de Herencia —Adrián Obregón Janero
(utilero), Germán Daniel Rivera Díaz (percusionista), Zenén Mario Abreu
Peña (sonidista)— y el propio Héctor Riscart (director).

Como colofón farmacológico, queda una muestra de orina positiva que, en
última instancia, podría relacionarse con el consumo privado de cáñamo
en días anteriores a los hechos concernientes a la actual causa (el
"consumo" en puridad queda fuera del Código Penal cubano): evento, en
cualquier caso, no relacionable con ese crimen de rango global que es el
tráfico y producción pecuniaria de sustancias nocivas.

Más allá de la anti-moderna legislación local sobre el uso responsable
de productos naturales psicoactivos; más allá de las ventajas clínicas e
industriales de la Cannabis (demonizada por el Código Penal, a la par
que se bendice la rentabilísima exportación de alcoholes de marca
registrada, por ejemplo, o la comercialización de la coca por gobiernos
aliados al de La Habana); más allá de las contraculturas que pujan por
liberarse de todo establishment opresor (sea de signo mercadual o
comunista o ambos); más allá de un culto híper-sensorial encarnado por
carambola en cierto ritmo caribeño y en la momia de un dictador
africano; más allá de los otros rastafaris cubanos que han cumplido,
cumplen y cumplirán prisión sin atreverse a reivindicar su cosmovisión
castrada por el comunismo; más allá de ese miedo a ejercer aquí la
abogacía, que va de lo mediocre a lo mezquino (gana quien paga más) y de
lo mezquino a la muerte de nuestra sociedad (pagan más los más próximos
al poder); más allá de toda esta tragedia quedará ahora huérfana de
hombre una familia humilde, decapitada de su eje espiritual y económico
durante una década, todo por culpa de medio minuto de miseria humana
ante la mirada muda del mundo y sus Babilonias del siglo XXI.

Me temo que este viernes 13 de abril, uno de los poquísimos sacerdotes
insignes de la orden Bogoshanti en Cuba, el popularmente estimado como
Ñaño, hombre de paz interior inmutable, tendrá su fe en el amor y en la
luz universales puesta a prueba por una Cuba complotada en su contra,
donde la solidaridad sigue siendo un sueño incivil que se va quedando
sin otros dioses que el odio y el despotismo.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/10548-el-nano-de-cuba-un-sacerdote-rastafari-menos

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