Tuesday, December 6, 2011

Recordando mi primera prisión

Recordando mi primera prisión
Martes, Diciembre 6, 2011 | Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -En estos días he evocado mi
ya lejana estancia en la cárcel de alta seguridad de Agüica, Colón, a
raíz de ser publicado el documento La Patria es de todos. El motivo
principal de mis remembranzas es la noticia, difundida hace unos días,
de la huelga de hambre iniciada en ese centro de horror por el preso
político Pedro de la Caridad Álvarez Pedroso en reclamo de su libertad.

Recuerdo que, a mi arribo a ese centro penitenciario, fui a parar de
cabeza a la llamada "Área de Seguridad". El tenebroso Emilio Cruz
Rodríguez, más conocido como El Chacal de Agüica (entonces jefe de Orden
Interior, y ahora alcaide, en premio a sus innumerables atropellos
contra los reclusos), me explicó que, desde el punto de vista técnico,
no se trata en puridad de una zona de castigo, pero debo decir que es lo
más parecido a eso que he conocido.

Allí, en la planta alta del Edificio 3, los reos no tienen acceso ni
siquiera a los medios masivos oficialistas. Ahora que se habla de una
nueva visita papal a nuestra Patria, recuerdo que mi estancia en aquel
paraje coincidió con la llegada a Cuba de Juan Pablo II, de la cual, en
mi cubículo, sólo me enteré por el estruendo de los cañonazos
protocolares disparados en su honor, que retumbaban en los televisores
de otros pisos.

Durante aquel encierro arbitrario conocí a Marcelino Rodríguez Vázquez,
entonces el único otro preso político en el Área de Seguridad. Meses más
tarde, tras mi traslado al destacamento de los reos pendientes de
juicio, él me presentó a Álvarez Pedroso, con quien convivía en una
celda a cuya ventana yo tenía acceso cuando era sacado al sol.

Debo aclarar que esos dos hermanos de lucha anticomunista realizaron
actos violentos; en el caso de Pedro de la Caridad, tiroteó un hotel de
Varadero, ocasionando daños, aunque ninguna desgracia personal. Sus
métodos no son los mismos nuestros, pero no tenemos derecho a
criticarlos, porque los usaron frente a un régimen que no da el menor
resquicio legal para ser cambiado por vía pacífica. A quienes los
censuran desde el oficialismo, les recuerdo que esos mismos medios —y
otros aún más sangrientos— fueron los utilizados por el actual equipo
gobernante durante su trepa al poder.

Cuando llegué a Agüica, ya Álvarez Pedroso llevaba más de ocho años
encarcelado. Tras mi partida de allí, ha continuado recorriendo ese
calvario hasta el día de hoy; en total, casi dos decenios. Le falta otro
más para extinguir la brutal sanción de treinta años que le impusieron
los tribunales castristas.

Por supuesto que, en casos como éste, uno no puede evitar comparar la
situación de él con la del fundador de la actual dinastía y sus
secuaces. Por asaltar el Cuartel Moncada, ocasionando veintenas de
muertos, el castigo más severo fue el asignado al jefe: quince años de
reclusión, ¡exactamente la mitad de lo impuesto a Pedro de la Caridad,
quien no derramó ni una sola gota de sangre!

Pero lo más curioso de todo es que aquéllos sólo permanecieron
encerrados durante un par de años, mientras que mi ex compañero de
reclusión en Agüica lleva ya veinte en prisión, y al cabo de todo este
tiempo se ha visto obligado a emplear el recurso extremo de la huelga de
hambre para tratar de encontrar una salida a su angustiosa situación.

Esperemos que el general Raúl Castro y sus compañeros de gobierno
militar, que han sabido —aunque con muchos años de retraso— permitir que
los presos de conciencia salgan de su injusto encierro, solucionen casos
como los de Pedro de la Caridad Álvarez Pedroso y otros valerosos
cubanos que, en resumidas cuentas, han hecho cosas que no se diferencian
demasiado de las que ellos mismos realizaron en su día.

http://www.cubanet.org/articulos/recordando-mi-primera-prision/

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